Redacción/De Peso
IZAMAL, Yucatán.- Izamal recibió con los brazos abiertos a los cientos de peregrinos y feligreses, reunidos para recordar la visita hace 25 años del hoy santo, Juan Pablo II.
Poco más de 1,500 personas participaron en la ceremonia eucarística del XXV aniversario del encuentro de San Juan Pablo II con los pueblos originarios de América, en la también llamada Ciudad de las Tres Culturas, que presidió el Arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega.
Para la ocasión, Nuestra Señora de Izamal fue bajada de su nicho para acompañar la misa, realizada en la explanada del ex convento, y para la cual se tuvo también al Cristo Negro de Sitilpech, colocado al frente del altar. Una fotografía de San Juan Pablo II, a un costado no podía faltar.
Antes de comenzar la eucaristía, y tras solemne peregrinación de sacerdotes y obispos, Monseñor Gustavo Rodríguez coronó a la venerada imagen con la misma corona que lo hiciera San Juan Pablo II hace ya más de dos décadas y le colocó en una mano un rosario, al tiempo que los feligreses expresaban alabanzas y se escuchaba el tronar de los voladores.
La sagrada eucaristía tuvo tres intenciones principales: festejar el XXV aniversario del encuentro de San Juan Pablo II con el mundo indígena de América en el Santuario de Izamal; dar gracias por la realización del I Congreso de Pastoral de Pueblos Originarios, que culminó, e inaugurar el trecenario de camino a la celebración de los primeros 500 años de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe en el Tepeyac, en el año 2031.
Hace 25 años, en 1993, aquí mismo, San Juan Pablo II quiso encontrarse con los pueblos indígenas de América para enviar el mensaje a todos de que quería reivindicar los valores y la sabiduría de estos pueblos originarios, y señalar las graves injusticias que en ese tiempo vivían. Un año antes, con la Cuarta Asamblea del Episcopado Latinoamericano y Caribeño, el Papa había venido a Santo Domingo para celebrar el quinto centenario de la llegada del Evangelio a nuestra tierra, indicó el Arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega.
Una vez que concluyó la ceremonia, y que los sacerdotes y obispos presentes, posaron frente al altar para la fotografía del recuerdo, varios custodios procedieron a llevar cargada en peregrinación hacia el interior del templo las veneradas imágenes, primero la del Cristo de la Exaltación, y luego la imagen de Nuestra Señora de Izamal.
Ya afuera, mientras algunos disfrutaban de una vaquería, se veían largas filas de gente para recibir tacos de cochinita y refrescos, en la soleada jornada.
