El Boffas/De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- Como decía (y quién sabe si todavía lo diría) el ranchero cocacolero Vicente Fox, aquél llamado presidente del cambio y que todo acabó en promesas incumplidas y frustraciones nacionales: chiquillos y chiquillas –traducción yuca “chiquíos” y “chiquías”, la banda está desatada y aquí están los que suspiran por la “grande”. Palabras más, palabras menos.
Pues las cosas marchan para los futuros aspirantes a cargos electivos populares en 2018, incluido, por supuesto, la gubernatura del Estado.
El PRI es el más avanzado. A los nombres de Pablo Gamboa Miner, Panchito Torres Rivas, Mauricio Sahuí Rivero, Liborio Vidal Aguilar, Carlos Berlín Montero y Jorge Carlos Ramírez Marín, se le vendrán a sumar los de Felipe Cervera Hernández, Angélica Araujo Lara, Víctor Caballero Durán y Roberto Rodríguez Asaf.
Por el momento hay 10 interesados y no se descarta que dentro del tricolor surjan más postulantes de aquí a octubre o noviembre. Como se puede observar, la llamada “caballada” del PRI no está muy desnutrida que se diga.
Al menos, por nombres no hay lío hasta el momento. Los diputados federales Gamboa Miner, Torres Rivas, Ramírez Marín y Vidal Aguilar tienen pasos avanzados desde hace varios meses.
Pablo, uno de los más jóvenes, tiene presencia en sectores de Mérida y ya comienza a recorrer municipios rurales donde hay un añejo voto priísta pero que, de descuidarse, puede resultar muy caro.
Para Pablo sólo hay dos vertientes visibles: la gubernatura o una senaduría. Y para ello trabaja.
Jorge Carlos se mueve por ambos frentes –ciudad y campo- y dicen los conocedores en las lides políticas que obtuvo buenos puntos al sacar la elección del Estado de México en donde fungió como delegado especial del Revolucionario, precisamente por instrucciones presidenciales. Pero en política no hay nada escrito.
Si bien Jorge Carlos está sumamente interesado en ser el relevo de Rolando Zapata Bello, su capacidad como parlamentario está fuera de toda duda. Para el escaño senatorial no se le puede descartar, sobre todo si el PRI a nivel nacional siente que se le puede mover el tapete por la oposición que exista en su contra, llámese Andrés Manuel López Obrador y su corte de morenistas o, bien, una potencial alianza o frente (que no es lo mismo pero es igual).
Alguien tendría que negociar y el “gordito” tiene aptitudes muy conocidas. “Panchito” es el eterno “cáeme bien” y aunque tiene puesta la mira en la posibilidad gubernamental de Yucatán, también hay quienes lo colocan para la contienda por la alcaldía de Mérida. Así de simple.
Alguien del PRI jugará contra los panistas y el o la posible sucesora de Mauricio Vila Dosal, claro si es que el joven empresario no decide buscar la reelección.
Liborio es un conocido empresario de mucho éxito y como político ha conseguido cinco veces alcanzar los escaños populares. Algunos lo dan por descartado porque, según ellos, no es muy conocido en los cotos de sufragios meridanos donde se alcanza, cada elección, entre el 48 y 50 por ciento. O sea, Mérida da para ganar y/o perder.
Pero no crean que Liborio está fuera de la jugada porque también ha incursionado en la capital yucateca con éxito, sobre todo en las redes sociales de la población joven y que tiene edad de votar.
Es un político discreto y sin aspavientos. El PRI no puede darse el lujo de desperdiciarlo. No olvidar que su distrito, el uno, tiene vasta extensión de municipios que son del dominio tricolor.
Abusados. Carlos (Berlín) juega a ser visto para algún escaño, sea federal o estatal. Tiene experiencia y es un tipo carismático. Pero hasta allí, por el momento.
¿Cómo lo verían, amables lectores(as), para la alcaldía de Mérida? Mauricio tiene hambre de revancha. En dos ocasiones se le negó la postulación para la alcaldía de Mérida. No es descartable para la silla municipal, pero a él le interesa la “grande” estatal.
Su actual cargo como secretario de Desarrollo Social del Gobierno estatal le permite moverse ampliamente. Para nada es descartado. Su trayectoria “ivonista” ha quedado prácticamente atrás. Ya se mueve sin la presión de su ex madrina.
Y a todo esto, en silencio, haciendo labor casi subterránea, Felipe Cervera Hernández, también diputado federal e hijo de Víctor Cervera Pacheco, ya se arrancó y en breve comenzará a sonar en los medios de comunicación.
Dicen por allá que ya tiene el aval de Rolando Zapata y que es una baraja más de los llamados “ases” del tricolor. Víctor (Caballero) y Roberto (Rodríguez) también tienen el palomazo para medir fuerzas con todos los demás. Las secretarías de Educación y General de Gobierno, respectivamente, son poderosas y llamativas para los votantes. Quieren la gubernatura, quizá sin obsesionarse, pero de que van a estar en la jugada para el 2018, eso lo pueden jurar.
Y, finalmente, la senadora Angélica Araujo Lara salió con la puntada para un diario capitalino que sí quiere ser gobernadora de Yucatán. Ah, caray. Si con el ayuntamiento hizo trizas a Mérida, qué le pasaría a todo el Estado. Ni el mismo PRI correría ese potencial riesgo. Como broma puede pasar, señora senadora.
Después hablaremos de los otros partidos. Amiguitas y amiguitos, ya saben: sugerencias para que los priístas no jueguen su propia ruleta rusa para elegir (aunque la oposición estaría feliz con Angélica de abanderada), enviarlas a [email protected] y/o [email protected]
