Pecho a Pechito: Indefensión periodística y palabras huecas

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El Boffas/De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- Palabras más, palabras menos: “los crímenes a periodistas no quedarán impunes”. Así sintetizó el presidente Enrique Peña Nieto la respuesta a los reclamos de reporteros que cubren la fuente informativa presidencial, sobre el asesinato de Javier Valdez Cárdenas, perpetrado el 15 de mayo de este 2017, en Culiacán, Sinaloa, una tierra de nadie o, mejor dicho, de la impunidad, la corrupción y el crimen organizado.

La breve e indiferente contestación del mandatario del país, ese que suelen llamar el “primer priísta” de México y que jamás ha leído más de tres libros en su vida (incluyendo el de la Caperucita Roja), sintetiza la indefensión y el agravio en el que viven los periodistas en México donde ejercer esta noble profesión representa un riesgo, en muchas ocasiones, mortal.

Ahí están los más de 120 colegas caídos en un lapso seis o siete años, de 2010 a la fecha, sin que sus casos se hayan resuelto.

Como mencioné en la columna de la semana pasada, no se trata exclusivamente de Javier Valdez Cárdenas o de Miroslava Breach Velducea, acribillada el pasado 23 de marzo cuando salía de su casa en Chihuahua.

A su lado estaba el menor de sus tres hijos. Eso no fue obstáculo para que los criminales le cortaran la vida de tajo. Insisto: no se trata de estos dos ejemplares compañeros de profesión, ambos corresponsales del periódico La Jornada, se trata de algo mucho más amplio como lo son aquellos que fueron brutalmente asesinados y desaparecidos en otra entidades como Veracruz, Tamaulipas, Guerrero y Oaxaca, sólo por mencionar algunas donde los reporteros, literalmente, se juegan la vida.

Tampoco se trata de buscar, ubicar y convertir mártires a los periodistas que se adelantaron en el camino por obra y gracia, sino de Dios –dirían los religiosos-, sí de los intereses nefastos de callar las “verdades verdaderas” de lo que acontece en los panoramas municipal, estatal y nacional, al menos en México.

La prudencia siempre será indispensable para saber si alguien cruza o no la frágil línea informativa. Y es que, si algo es totalmente cierto, es la indefensión de los periodistas de México. Se ha hablado cientos, quizá miles de veces acerca de organismos oficiales avocados a la protección del gremio.

Los resultados son más que nefastos: menos cero. No vale la pena hablar de cierta comisión que supuestamente funciona en la Cámara de Diputados federal, conformada por una camada de diputados que jamás se ocupa –preocuparse es pedir mucho- de investigar siquiera la más mínima agresión que sufre “equis” o “ye” reportero.

Con la reciente matanza de colegas, de enero a mayo de 2017, el número sumaba seis o siete con tendencia acumulativa, los famosos legisladores tampoco dieron muestra de existir. ¿Una posible condena pública?, ¿un llamado de alerta? Nada de nada, pero dicha comisión que la puede presidir cualquier priísta trasnochado pensando exclusivamente en su próximo “hueso”, determinado panucho –en alusión a los de Acción Nacional- o un recalcitrante militante de Morena que justificaría estos crímenes con un: “los encargó la mafia en el poder”, sí sirve para recibir recursos económicos que sepa la bola a dónde van a parar.

De manera más que oportunista, uno que otro senador o legislador se plantó en la tribuna y echó rollo como sí, realmente, les importara la suerte de los periodistas ya asesinados.

Posar para la fotografía es más importante que cualquier interés del bien común. O sea, de la misma forma los que votaron por ellos pueden esperar algo similar. Apenas sus despensitas, apapachos y la verborrea grosera e insultante de fingir estar preocupados por los más vulnerables.

Pues bien, en esa categoría de “vulnerables” están ya los periodistas en México. Y no se trata de zonas específicas; no, ya en casi cualquier lugar se cuecen habas.

Por ejemplo, en Yucatán donde no sucede nada extraordinario y todo se desenvuelve en un ejemplar clima de paz social -claro, en versión de las autoridades gobernantes-, son ignoradas las represiones que casi siempre enfrentan los reporteros en determinados municipios como en Motul donde el alcalde versión panista intransigente, Vicente Euán Andueza, siempre les echa puya a los corresponsales, les niega información y hasta los intimida. De vez en cuando, sus cuerpos policiacos agreden –sin querer queriendo- a los colegas que cubren determinado evento o situación que amerita nota informativa.

Y no se diga en Dzidzantún donde el primer edil Raúl Torres Faisal, otro refugiado en los edredones panistas, tiene tendencia a la mano dura en contra de los reporteros que casi siempre lo cachan en movidas extrañas o sospechosas, independiente que siempre sale a relucir en las redes sociales por sus constantes metidas de pata.

La ciudad de Tekax, llamada también la “Sultana de la Sierra”, también tiene a un alcalde en Josué Manancé Couoh Tzec, de extracción tricolor, que se las gasta en contra del gremio informativo.

Por ejemplo, condiciona las entradas de reporteros a las escasas sesiones de cabildo que convoca y con el apoyo de sus gendarmes de bolsillo intimida a los compañeros para trata de evitar que salga alguna información que pueda serle incómoda al también doctor de profesión, aunque nadie querría tener una consulta con él.

Lo más seguro es que confunda una apendicitis con una “apendejacitis”. Eso sí sería grave. Y ustedes, amables lectoras y lectores, podrían preguntarse si este tipo de situaciones son pecata minuta en contraste con los crímenes en otras entidades del país.

Todo es cuestión de cómo se pueda mirar la situación, pero los agravios, aunque no representen balas para cegar vidas, también son de considerar. La libertad de expresión también halla huecos en esos segmentos y, por supuesto, los periodistas también quedan expuestos y sin que nadie los defienda.

Es por eso que las palabras oficiales suelen ser totalmente vacías, huecas, sin sentido alguno. Después que Peña Nieto enfrentó con indiferencia y hasta disgusto las protestas de los reporteros que cubren la fuente de Los Pinos, encargó una serie de maniobras a una parte de su séquito, entre ellos, el titular de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, quien, en lugar de reunirse con reporteros, se juntó con diputados, algunos secretarios de Estado y gobernadores que forman parte de ese ente llamado Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) u algo por el estilo, para tomar acciones en defensa del gremio.

Hasta la fecha, no hay resultado alguno y menos el planteamiento de estrategias que puedan llevar la esperanza de que los periodistas podrán, siquiera, tener un mínimo de defensa y respeto por su labor. Pero no nos hagamos majes.

El periodista de hoy, en el país, está en la total indefensión y no hay guarura que los gobiernos, sea estatal o federal, proporcionen para cuidarle las espaldas. Simplemente, a la Federación y a los otros poderes emanados de la voluntad popular, el voto pues, no les interesa por la sencilla razón de que los periodistas son considerados “estorbos” para que no ejecuten, del todo, sus propias corruptelas viciadas de origen.

La única esperanza de protección del gremio periodístico es la unión, no la fuerza, y saber hasta dónde llegar. Lo demás son palabras huecas que nada más buscan llenar de oportunismo a los complacientes del poder. Al menos que les quede claro a las autoridades: el periodismo, quiéranlo o no, seguirá existiendo para evitar que concilien el sueño, saturado de tantas arbitrariedades.

Y mientras no exista un real Estado de Derecho y autoridades de gobierno que realmente se preocupen por defender a los sectores vulnerables, entre éstos, a los reporteros, sean de medios electrónicos o impresos, todos saldrán perjudicados.

Lo demás es pura demagogia y rollos sin sentido, sólo para presumir que quieren arreglar las cosas cuando, en realidad, es todo lo contrario. El periodismo está en la mira, no exclusivamente del crimen organizado, sino de los gobiernos que parecen regocijarse de que las plumas, las radios y las televisoras, se tiñan de sangre.

Esperamos seguirles narrando otras peripecias en el siguiente artículo. Amiguitas y amiguitos, ya saben: sugerencias para contratar guaruras al 3 x 1 (hay crisis económica y, sobre todo, de falta de voluntad), enviarlas a [email protected] y/o [email protected]

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