El Ilustrador: Invento yucateco que dio de comer a muchos

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El molino de maíz fue fruto del ingenio y la constancia de don Armín Erosa Casares, quien perfeccionó el mecanismo para aligerar la producción de masa para tortillas.

Sergio Grosjean/De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- Continuando con nuestra serie “Mérida, pasado y presente”, en nuestra ciudad, a principios del siglo pasado, en 1901, cuando la fisonomía industrial de Yucatán se encontraba en sus albores en la calle 60 sur, donde se encontraba el modesto molino denominado “El Iris”, se inició la ejemplar historia que conjugó el ingenio con el trabajo y constancia, logrando con ello consolidar una empresa que llevó inicialmente el nombre de su propietario: “Armín Erosa Casares”.

Nos narra su nieto, el Arq. Raúl Alcalá Erosa, que su abuelo, trabajando en su pequeño negocio familiar en conjunto con su hermano Artaldo, con un molino para granos manual, fueron concibiendo la idea de diseñar y construir una máquina totalmente diferente que prometía producir una mayor cantidad de la masa necesaria para satisfacer la creciente demanda del alimento básico de Yucatán: las tortillas de maíz.

Luego de múltiples pruebas y no pocos errores, lograron realizar el primer prototipo consistente en un armazón de madera fuerte que llamaron “banco”, mismo que habría de soportar un mecanismo a base de un eje de acero que giraba mediante baleros integrados a sus respectivas bases fundidas en hierro denominadas “chumaceras”.

Dicho eje central, llevaba en un extremo una especie de transportador helicoidal forjado en acero llamado “gusano”, cuya función era conducir los granos del maíz nixtamalizado hacia el área de molienda consistente en dos piedras especialmente labradas, de forma cilíndrica, que al rozar entre sí producían una fina masa.

Al girar dicho mecanismo mediante una polea de madera (y metálica posteriormente), con una banda impulsada por primitivos y aparatosos motores enfriados por agua, tipo “White”y “Monac”,   podía producir toda la masa requerida en poco tiempo.

Con el tiempo, la empresa de los señores Erosa Casares fue creciendo y los molinos fueron perfeccionándose, llegando a merecer el registro de Patente de Invención número 21665, expedido por la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, con la firma del Presidente de la República y con la denominación de Molinos “Sistema Erosa”.

En una visita a los Estados Unidos, el señor Erosa visitó varias fábricas en busca de distribuciones de los nuevos motores, quedándose sorprendido de los sistemas de fabricación “en serie” de la entonces incipiente industria automotriz, mismos que decidió aplicar a su regreso a Yucatán en la proporción de su fábrica, para luego ser enviados a las comisarías de Mérida y luego a los poblados de todo el Estado que los requerían.

Con la invención de los compactos motores de combustión interna, enfriados por aire del tipo “Clinton”y “Brigs & Stratton ”, y mediante un novedoso mecanismo de “clutch”, los molinos “Erosa” ampliaron su mercado que veían una pronta recuperación de su inversión aún en los poblados más lejanos que no contaban con energía eléctrica, abriendo fuentes de trabajo que incluían el cultivo del maíz, el proceso del lavado, la nixtamalización, la propia molienda, así como la elaboración de las tortillas y la masa para  otros alimentos típicos de nuestra región.

El siguiente paso para Dn. Armín, luego del fallecimiento de su querido hermano, fue el de llevar a cabo otro sueño pendiente de realizar: las máquinas tortilladoras.

Para tal fin debía de sortear obstáculos técnicos que requerían de los conocimientos de especialistas en el cálculo de los sistemas de calentamiento interno, de rotación y corte circular de las tortillas, automatización del recorrido y transportación de las bandas conductoras del producto terminado, amén del proceso mismo de fabricación y rolado del grueso metal laminado para conformar el cuerpo cilíndrico de la máquina y la motorización mediante energía eléctrica.

La compañía “Armín Erosa y Hno.” abrió sus exportaciones a los mercados de Honduras, Guatemala y el sur de los Estados Unidos, donde tuvieron gran aceptación. El inventor e industrial logró un total de 16 patentes.

Finalmente, nos cuenta el Arq. Alcalá Erosa un dato curioso e interesante: que su abuelo logró deshidratar y sintetizar en forma de polvo cierta cantidad de granos de maíz procesado, misma que fue depositada bajo custodia durante un año. Al cabo de ese período, ante notario, fue hidratada nuevamente, observándose que la masa conservaba sus propiedades nutritivas y al percatarse de ello, Don Armín solo dijo: “hoy no contamos con los medios para su producción a gran escala… algún día será”. Mi correo es [email protected] y twitter @sergiogrosjean

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