El Ilustrador: el excepcional retablo del templo de Ucú

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Sergio Grosjean/De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- Existen pequeñas comunidades en Yucatán que, sin duda, poseen tesoros poco conocidos y ejemplificaremos con Ucú, municipio cuya palabra maya traducida al español significa “Lugar de su nido” o también “De su Dios”, por derivarse de las voces u, “su, lo” y ku “Dios”. También podría tener la acepción de “Lugar de las siete lunas o meses, por uuc “siete” y u “luna o mes”.

Dada la evidencia arqueológica que se ubica en la región, la zona que ocupa el actual municipio de Ucú fue habitada por los mayas del período precortesiano. Consolidada la Conquista y la instauración de la Encomienda, la población no fue ajena a esta práctica ya que en 1662, Juan de Cervantes, fue beneficiario de la merced de Ucú, junto con Caucel y Yabucú, así como Francisca Rodríguez Vigario y Nicolás de Marcos Bermejo, en 1722. A finales del XVIII, Ucú pertenecía al partido de Mérida para luego formar parte del de Hunucmá, hasta que finalmente por el decreto 439 del 22 de diciembre de 1925 se constituyó en cabecera municipal.

La cabecera del municipio es Ucú y dentro de su jurisdicción municipal existe una localidad considerada de importancia: Yaxché de Peón, la cual albergó a una majestuosa desfibradora de henequén que, sin duda, fue una de las más grandes y bellas que hubo en Yucatán durante la bonanza henequenera. Su arquitectura es monumental, pero por desgracia hoy está abandonada; sin embargo, consideramos que vale la pena visitarla, aunque esté en ruinas parte del complejo que la formó.

Pero la cereza del pastel de este municipio se encuentra en la cabecera municipal, donde se puede admirar el templo de La Natividad, del cual no se tiene certidumbre su antigüedad, pero se piensa que pudo haberse levantado sobre una plataforma prehispánica, y de hecho, a un costado de éste se evidencia una elevación que parece corresponder a una estructura prehispánica.

Hace algunos años, se hizo el notable descubrimiento que debajo de la capa superficial de pintura azul del retablo de esta iglesia se encontraba una suntuosa doradura en hoja de oro que fue cubierta con el pigmento azul, posiblemente para protegerla ante el temor que las tropas de Salvador Alvarado pudieran destruirlo o robarlo, y siendo que este altar parece corresponder al siglo XVII, inferimos que a esa temporalidad corresponde el templo. En 1650, el santo de la población era San Luis Obispo, y posiblemente por eso exista junto a la imagen de la Virgen de La Natividad, la escultura de aquel santo, quien fuera el primer patrono del templo.

A pocos pasos se ubica el palacio municipal, que por su estilo arquitectónico y materiales de manufactura, puede datarse de finales del siglo XIX y/o principios del XX, siendo que, además, en 1876 el estado del palacio se reporta en estado ruinoso y con techo de zacate, situación que discrepa con el edificio actual. ¡Por los chones piteados del rey del beatifoul!

Mi correo es [email protected] y twitter @sergiogrosjean

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