Enigmas/Jorge Moreno
MÉRIDA, Yuc.- Por algún motivo, los muñecos de ventrílocuo han causado temor a mucha gente, quizás por la apariencia física de muchos de ellos o por el hecho de ver cómo se mueven cuando el ventrílocuo los manipula y más aún, por varias historias de terror que han llegado incluso a hechos de sangre.
El caso más sorprendente de todos ocurrió hace casi un siglo, en el año de 1920. En primera instancia, les relataré lo que han publicado diversos blogs de Internet y canales de Youtube, y después, lo que pude investigar al respecto.
Corría el año 1920 y en Estados Unidos los espectáculos de ventriloquia llenaban salas en los principales teatros. Un ventrílocuo que en un breve periodo de tiempo tuvo mucho éxito fue Antony McCarthy con su muñeco “Edgar”, el cual representaba a un niño gordo de unos 9 ó 10 años con rastros muy extraños y una boca muy expresiva que hacía imposible no mirarle; muy distinto a cualquier muñeco de un ventrílocuo habitual.
McCarthy nunca habría dejado que nadie se acercara a “Edgar” y eran muchos los que pensaban que era por causa de brujería que el muñeco pudiera hablar sin mover los labios, creándose así una fama de influencia demoníaca, por lo que muchos padres habrían prohibido a sus hijos ir a ver su espectáculo.
Hallazo macabro
Una noche de noviembre de ese mismo año, McCarthy no salió a dar su espectáculo; el teatro lleno esperaba impaciente y cuando los encargados fueron a su camerino a ver qué ocurría se toparon con algo macabro: el artista estaba tirado en el piso con el cuello roto, varias puñaladas y los ojos a un metro de distancia.
Llegó la Policía y al revisar el cuarto descubrieron el baúl en donde guardaba al muñeco “Edgar”, y al abrirlo notaron algo espeluznante, pues ese muñeco en realidad era el cadáver momificado de un niño, con una pequeña tela roja en su espalda que envolvía un muñeco vudú con una foto del menor cuando tenía vida.
A partir de ese momento se empezó a especular que a través de un pacto con el demonio McCarthy pudo tener el descomunal éxito en sus presentaciones, pero por algún motivo no cumplió parte del pacto y lo pagó con su vida esa noche.
Tras investigar a fondo pude descubrir algo: el ventrílocuo McCarthy y su muñeco “Edgar”, nunca existieron; la foto que se muestra como real, corresponde a Fedor Wittkowski (más conocido por su nombre artístico Rox Bauchredner), tal y como consta en su póster oficial y en los anuncios de la época.
Hasta el límite de la cordura
Lo que sí es un hecho y sí es verídico es que en aquellas épocas los espectáculos de ventriloquía fueron muy famosos y hubo casos en donde los artistas trataban a sus muñecos como si tuvieran vida, pues los sentaban a comer con ellos, dormían con ellos o incluso dejaban que convivieran con su familia, lo cual a la vista de mucha gente podía parecer aterrador.
México no fue indiferente a esa moda y también hubo varios artistas dedicado a este oficio, catalogado por muchos como un arte; en el caso específico de Yucatán, en los años cuarentas hubo un ventrílocuo relativamente famoso que dio varios espectáculos en carpas de Mérida y el interior del estado. No hay datos muy claros, pero al parecer su nombre era Ramón y su muñeco le llamaba “Don Patías”.
Lo que le da más enigma a este artista es que afirman que falleció en un accidente de tránsito cuando se trasladaba junto con el circo en donde actuaba; la tragedia ocurrió en un tramo de la carretera Mérida-Tizimin; la camioneta en donde viajaba se volcó y se empezó a rumorar que el muñeco nunca apareció, aunque de esto último nunca se pudo comprobar nada.
Por cierto, si quieres ver el vídeo de esta investigación, ayer lo subí a mi canal de youtube con el título: “El NIÑO que fue usado como MUÑECO DE VENTRÍLOCUO en el siglo XX”.
