Imagen de la Virgen que aún muestra rastros del incendio en su rostro.
Jorge Moreno/De Peso
MÉRIDA, Yuc.- Hoy les presentamos el relato de la señora Wendy Elodia García Frías, quien radica en la ciudad de Mérida desde hace seis años, pero antes vivía en la isla de Cozumel, Quintana Roo, en donde le ocurrió lo que ella considera un milagro:
“He leído con mucho interés su sección del periódico, todos los temas me gustan, pero más cuando hablan de milagros, vírgenes, santos y cosas relacionadas con la religión; quizás porque a mí me pasó algo que me hizo creer en que sí existen los milagros.
“Hace varios años yo vivía en Cozumel, no creía en la Iglesia y debido a que me iba mal económicamente y con problemas con mi marido, siempre me peleaba con mi mamá, quien era fiel devota de la Virgen y le preguntaba que de qué le servía rezar e ir a la iglesia si de todos modos siempre teníamos problemas.
“Ella siempre me decía que debía tener fe y que mi hora iba a llegar, hasta que un día desperté en la madrugada, me sentía molesta y en ese momento no sé porqué empecé a hablar en voz alta y a decir que ojalá la Virgen y la iglesia se queme porque no servían para nada, a menos que me diera una señal contundente.
Lágrimas de Virgen
“Ese día amaneció y yo me sentía extraña como con el remordimiento de haber dicho eso, pues aunque no era muy creyente, tampoco era para desear algo malo; nosotros vivíamos enfrente de la iglesia justamente, en la colonia San Gervasio; el caso es que a la mañana siguiente nos despertamos con la noticia de que en la madrugada la iglesia se había quemado y una imagen, la de la Virgen, había llorado.
“Me asusté tanto y sentí tal remordimiento que consideré que esa era la señal que yo había pedido. Desde ese entonces, como por arte de magia, mis problemas con mi marido se acabaron, llegó la armonía, el dinero dejó de escasear y yo empecé a ir a la iglesia de nuevo. Las primeras veces hasta lloraba de la pena o de la emoción porque creo que la Virgen me dio la señal un día antes de que yo deseara que se quemara.
Al menos, el accidente que menciona doña Wendy está documentado, ya que ocurrió en el año 2007 y tuvo como testigo principal al señor Pedro Chan, quien descubrió que una imagen de la Virgen había llorado dentro de una iglesia, después de que esta última se incendiara debido a un accidente.
De fiesta a cenizas
El fenómeno ocurrió en la iglesia “La Divina Providencia” que está ubicada en la colonia San Gervasio; fue el 27 de diciembre del año 2007, cuando ocurrió un incendio a las 2 de la madrugada. Debido a que la iglesia estaba decorada con motivo de las fiestas decembrinas y se utilizó mucho papel, las series de luces decorativas provocaron que por medio de un cortocircuito iniciara el fuego, afectando en primera instancia al papel, para que minutos después se extendiera hasta el altar.
Al día siguiente por la mañana, los encargados de la iglesia solicitaron apoyo de todos los vecinos para realizar una limpieza profunda del lugar por motivo del incendio. Acudieron decenas de personas, entre los cuales se encontraba el señor Pedro y su familia.
Narra que al momento de sacar las imágenes para limpiarlas, la esposa de Pedro le tomó una fotografía a la Virgen con su teléfono celular y al principio no le dio mucha importancia, pero luego de unos momentos uno de los vecinos notó junto con la madre que la Virgen tenía unas marcas de lágrimas en el rostro. En ese momento todos se acercaron para observar ese detalle y así pudieron constatar que las lágrimas también se veían con claridad en la foto.
Cabe mencionar que al principio se pensó que esas marcas fueron del agua que tiraron bomberos, pero de ser así todo el rostro de la Virgen se hubiera lavado.
Don Pedro dijo: “Puedo asegurar que en mi presencia fue corroborado este dato y dejo como única explicación que fue un hecho trágico, ya que esta iglesia fue construida con mucho esfuerzo y digamos que fue triste para ella”.
No cabe duda que este suceso causó mucho impacto, tanto a los católicos como a las personas no creyentes, pero a final de cuentas queda a criterio de cada quien darse su opinión, y al menos en el caso de doña Wendy, el suceso tuvo un beneficio en su vida.
