Jorge Moreno/De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- Uno de los trabajos más “terroríficos” para mucha gente es el que tiene que ver con el trato a los difuntos, por ejemplo, “embalsamador”, médicos legistas, gente del servicio médico forense, etc., y éstos tienen espeluznantes historias y casos que contar.
Hoy les presento un relato de Betzi Hernández, quien narra algo digno de ser leído. Esta persona comenta que tuvo oportunidad de de trabajar con peritos y médicos legistas cuando se realizan las necropsias en el Servicio Médico Forense de la Fiscalía del Estado.
«Cuando llegan los cadáveres a la necropsia, pues portan la ropa con la que fallecieron y es trabajo del perito desvestirlo para iniciar estas labores.
«Muchas veces llegan los difuntos con las expresiones faciales que tuvieron en el último momento (miedo, tranquilidad, enojo, tristeza), incluso, a veces, hasta con lágrimas. Los médicos legistas nos dan una explicación científica como lo exige su trabajo, pero por experiencias personales han tenido que combinar entre lo científico y las creencias.
«En un caso bajo investigaciones se pudo dar con una fosa de un profesor que había sido secuestrado, asesinado y sepultado hace tres años en un paraje lejano. Cuando lo exhumaron (desenterraron) se encontraba aún con el uniforme de su escuela y estaba en una posición fetal (hecho bolita) y su rostro reflejaba una profunda tristeza.
«El trabajo de desvestirlo sin cortar la ropa (se conserva la ropa integra para analizarla) fue prácticamente imposible para los peritos dada la rigidez cadavérica. Fue cuando el médico legista llegó y les dijo: ‘Les voy a decir cuál es la manera correcta’.
«Todos pensamos que nos iba a dar una solución técnica, científica, médica o profesional, pero nos llevamos una sorpresa, pues empezó a hablarle al cadáver mientras empezaba a desvestirlo.
«‘Ya estás aquí, amigo’, ‘tu familia ya te encontró’, ‘ya no vas a estar allá solito’, ‘lo único que quieren es velarte para que estés en paz’, ‘mira que nunca dejaron de buscarte’, ‘ayúdame para que terminemos rápido y te vayas con tu familia’.
«Pues mientras hacía eso, más se nos erizaron los pelos, cuando vimos que el cadáver que llevaba tres años sepultado empezó a ‘aflojarse’ a modo que desvestirlo fue muy fácil y dejarlo en una posición como si estuviera acostado boca arriba; de hecho, su rostro cambio, se veía tranquilo.
“Este ‘tip’ lo usan los buenos médicos que a pesar de convivir diario con la muerte no han perdido la sensibilidad de saber que ante ellos está una persona que es padre, hijo, esposo y que deben tratarse con respeto y dignidad. Aún de los cadáveres emanan emociones”.
Este relato lo hemos escuchado en varias ocasiones y de hecho es verídico; muchas personas en las agencias funerarias o policiales “hablan” con los cuerpos inertes, hay quienes lo hacen por motivos prácticos como en el ejemplo anterior, para vencer el miedo o incluso por respeto.
Un caso similar me platicaron hace poco más de un año, el cual ocurrió en una funeraria de Mérida, en donde el embalsamador tenía un cuerpo de una persona que horas antes había muerto en un accidente en carretera, no podía despegarle un brazo que tenía muy pegado a su costado y conforme empezó a hablarle y “tranquilizarlo” pudo moverlo de una forma muy sencilla.