Suena la campana: ‘Canelo’ calló bocas

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Juan Carlos Gutiérrez/De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- Saúl «Canelo» Álvarez no venció a Gennady Golovkin, pero con un empate confirmó en unos casos y ganó en otros algo más importante que los títulos mundiales mediano o la etiqueta de invicto del kazajo.

Con su sobresaliente desempeño, que estuvo a la altura del gran kazajo, el «Canelo» no dejó dudas de su real valía, de su auténtico estatus como figura de primer nivel del boxeo mundial; ni siquiera sus «haters» (quienes lo odian por sistema) podrán en su fuero interno cuestionar su calidad.

Cualquiera con 2 dedos de frente entiende desde hace algún buen tiempo que Álvarez es un boxeador de alto nivel, pero su poco inteligente manera de conducirse, su forma no grosera, pero sí hosca, huraña y sus infortunados desplantes como el de «Dejémonos de mamadas», que no pudo sostener a la hora de concretar el pleito con Golovkin el año pasado, no por cobarde, sino por asuntos promocionales que le habrían costado millones de dólares, le han dado una imagen de «mamón y soberbio».

Y sí, quizás sí sea soberbio, pero tiene con qué serlo, no es un «mamón estúpido», sino alguien que tiene con qué responder a los cuestionamientos sobre su capacidad deportiva.

Álvarez no es quizás el mejor boxeador mexicano del momento (ahí está el «Gallo» Estrada), pero sí el más mediático, un ser excepcional (no por bueno, tampoco por malo), por ser una amalgama en la que confluyen simpatía y odio y eso es lo que lo ha llevado a ser, no el más grande ídolo en la historia del deporte nacional, pero sí el que más dinero ha ganado y polémica levantado.

Como fuera, a nuestro nivel local y guardando las proporciones Freddy «Chato» Castillo, a quien, por su singular y locuaz personalidad, muchos iban a ver ganar, pero muchísimos otros a mentarle la madre y a verlo perder, «el Canelo» seguirá siendo imán de taquilla y por ello mismo, motivo de polémica.

Su carrera va acompañada de un axioma, o, en su caso particular, sentencia boxística: «Al taquillero hay que protegerlo» y por eso mismo, todo el aparato televisivo-boxístico lo cuidará, favorecerá y seguirá sobredimensionando.

Por ello, pese a haber reiterado su capacidad y callarle la boca a sus «haters», sobre todo a aquellos de las redes sociales, Saúl seguirá sufriendo (porque sí sufre) ese acoso virtual, pero sería muy tonto en molestarse tras lo mostrado ante GGG…ese es el costo que debe pagar por su ya multimillonaria fortuna.

Eso sí, nos parece, que ni uno, ni otro, hubieran vencido a Tommy Hearns, Ray Leonard y menos aún a Marvin Hagler, o a Carlos Monzón, todos ellos, referentes modernos de la división mediana.

 

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