Suena la campana

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Juan Carlos Gutiérrez/De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- Lo sucedido el sábado en Australia fue el borbotón que derramó el tanque de la paciencia y el sentido común entre los fans del boxeo que aún no terminan de reír o de llorar por la próxima “pelea” de F. Mayweather.

Todo el caudal de barbaridades que desde hace más de 30 años dañan al boxeo, salieron del caño corroído por la estupidez, la corrupción, el deseo desenfrenado por el dinero y bañaron no a Pacquiao, pero sí a este deporte espectáculo que ya cada vez es más show que otra cosa.

Así, en la isla más grande del orbe, las aguas de la mafia, no las que la rodean, nos recordaron cómo la reducción de rounds de peleas de título mundial, las clasificaciones hechas al vapor y, sobre todo, el pesaje un día antes han, paulatinamente, como al neoliberalismo a México, dejado a este deporte tendido sobre la lona.

En un final no usual, Manny Pacquiao terminó un pleito ríspido, lleno de espinas, correoso, como en el argot pugilístico se dice, llevando no amplia, pero sí clara, inobjetable decisión sobre un rival que salió a atropellarlo, a estropearle su sistema de pelea.

Y el australiano Jeff Horn sí logró ese propósito destructivo en parte del duelo, pero nunca construyó un desempeño que le permitiese superar, ser CLARA, DIÁFANAMENTE SUPERIOR al campeón, condición indispensable para merecer sustituirlo en el trono.

El retador, con récord discreto, de solo 17 peleas, todas en su país, con ningún triunfo rutilante, si acaso contra ex estelares venidos a menos (Randall Bailey), fue favorecido en todos sentido.

Para comenzar, su inmerecida clasificación como número 1; el pesaje un día antes (regla lamentablemente avalada desde 1992) que le permitió subir al menos 2 divisiones de más y un réferi, Mark Nelson (trabajó ya en Mérida), que le permitió imponer no sólo un ritmo callejero, sino toda clase de marrullerías (amarres reiterados, cabezazos, codazos, golpes de conejo)  por las que no les bajó un solo punto.

Miguel Canul, réferi también de la OMB, le habría rebajado 100 unidades, pero el gringo de Minnesota se hizo al que la Virgen le hablaba.

La “cereza” en el “pastel” para Pacquiao, pero del que nos atragantamos todos fue el round 9 en el que el filipino le dio no una paliza, sino una madriza y que ameritaba de sobra dos y no solo un punto para el asiático.

El resto, ya lo conoce, incluyendo un juez que dio seis rounds de ventaja al nuevo “campeón”.

Mil veces habríamos preferido ver la función del sábado pasado de “Platanito Promotions”, pero un imprevisto se lo impidió. De todas maneras, Dios mediante, nos vemos el 14 de julio en el Salón “Diamante”…y un día después, a ver a Miguel Berchelt.

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