‘K’ak’asbal’, ente terrorífico que desaparece a niños en la Península

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Aseguran que es un ser enorme, cubierto de pelo, y que de sus ojos salen bolas de fuego.

Jorge Moreno/ De Peso
PENÍNSULA DE YUCATÁN.-  A últimas fechas se han publicado varios casos de personas que han desaparecido en el monte o la selva, tanto en Yucatán como en Campeche y Quintana Roo; lo extraño es que se trata de personas veteranas y no gente inexperta, además años atrás también desaparecían niños. ¿Cómo es posible entonces que se extravíen?

La respuesta podría estar en lo que me comentaron unos campesinos del municipio de Chemax, quienes señalaron al “Dios del Monte” o “K’ak’asbal” como el responsable de estos sucesos, un ser temido y al mismo tiempo respetado por la gente que sabe de su peligrosidad.

Su nombre en maya es K’ak’asbal, y traducido se le conoce como “dueño y señor de los montes”. Este “espíritu” se encarga de cuidar y destruir a los árboles y animales silvestres.

Los campesinos lo consideran un destructor por naturaleza. Cuando está enojado forma fuertes remolinos, levantando todo o que esté a su paso, es un fenómeno que nada lo puede controlar.

Los x’men (brujos blancos) lo consideran un loco sin remedio, no se sabe cuándo se va a enojar o cuando está contento, pues a veces hasta en temporada de lluvias hace de las suyas.

Cuando tiene su ataque de locura manda vientos cruzados, y si alguna persona tiene la mala suerte de cruzarse en su camino los levanta como muñecos de trapo, juega con ellos, por último los aporrea contra las rocas o el suelo hasta matarlos.

Los x’men dicen que si un niño se pierde por accidente en el monte y se topa con el viento cruzado no les hace daño, los encierra en un túnel del tiempo, los alimenta, les da sabiduría, les enseña los secretos de las plantas medicinales hasta convertirlos en buenos curanderos. Les da a escoger entre el bien y el mal, si el niño escoge el bien lo regresa a base de un intercambio con un brujo blanco, pero si decidió por el mal, se queda para siempre en la dimensión desconocida.

Algunos campesinos describen al K’ak’asbal como un ente terrorífico, aseguran haberlo visto parado en el camino, no saben si es un hombre o es un mono gigante, solo saben que está lleno de pelos y que de sus ojos salen bolas de fuego.

Hay muchas versiones que dicen del temible K’ak’asbal, dicen que sale de la tierra, también se dice que vive en los cenotes. Pero nadie puede asegurar de donde proviene porque siempre será un misterio.

Los campesinos de Chemax me comentaron que lo han visto en al menos dos o tres ocasiones pero han logrado sobrevivir porque han sido muy precavidos y sobretodo respetuosos, a diferencia de otras personas que se meten al monte como si fuera un juego y haciendo o que les dé la gana incluso insultando, algo que a juicio de ellos no se debe de hacer.

Por su parte, los hombres del campo le temen y lo respetan, dicen que su furia se vuelve incontrolable al mediodía, cuando el sol quema como brasas de fuego.

Los chapeadores o cortadores de henequén muy de mañana se van al trabajo para retornar a sus casas antes del mediodía, pues no les gustaría toparse con la furia del K’ak’asbal, porque es capaz de matarlos.

Los meses en que más se enoja es entre marzo y mayo, cuando se desatan las quemas forestales, es la época en que desata todo su coraje, su soplido se vuelve hirviente y no busca quién se la hizo, si no quién se la pague.

Muchas veces K’ak’asbal no encuentra a nadie a su paso, ni a animales ni a cristianos, es entonces cuando se desquita con los árboles y plantas de henequén, los rompe como si fueran papel y los arranca desde sus raíces, y sólo se tranquiliza cuando entra la brisa de la tarde.

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