Redacción / De Peso
CANCÚN.- Hijo y padre se reúnen a través del altar de Día de Muertos, el COVID-19 le arrancó la vida a muchos quintanarroenses antes de su tiempo.
“Todos vamos a estar ahí, váyanse acostumbrando”, era la frase de don Héctor Hernández, mientras escuchaba su música favorita y colocaba las fotos de sus difuntos en el altar.
El Día de Muertos era su festividad favorita, más que Navidad o Día de Reyes, recuerda con profundo dolor, su hijo Neftalí Hernández Zetina.
El número de fallecimientos en Quintana Roo durante 2021 ya excede en casi 50% la cantidad de muertes estimadas, muchas de ellas provocadas por el Covid-19 que ha dejado a las familias sin un último beso… sin un abrazo de despedida.
Pocas fueron las personas afortunadas que contaron con un dispositivo electrónico para decir alguna última palabra, antes de perder la batalla contra la enfermedad.
Conteniendo las lágrimas, recuerda que a través de los colores, la comida y las velas, su papá podía evocar los hermosos recuerdos que tenía de sus progenitores, tíos y hermanos que partieron antes que él.
Su padre fue uno de los miles de ciudadanos quintanarroenses que no pudieron vencer los estragos del Covid-19. La enfermedad lo mantuvo 20 días en el hospital; murió en junio de 2020.
El mayor de los pesares fue que en sus últimos momentos, la familia no pudo estar a su lado, porque los protocolos de sanidad exigían que fuera una cremación directa. No hubo un último adiós, una última lágrima o un… “hasta pronto”.
No hubo oportunidad de despedirse
“Nosotros que no tuvimos la oportunidad de hacerle un funeral, de decirle un verdadero ‘adiós papá’, al hacer un altar, al colocar su foto, tal vez no pensamos que va a venir su espíritu, lo que hacemos es recordar, encontrar una forma de olvidar esos tres o 20 días -que han sido los más horribles que hemos pasado en la vida-”, platica Neftalí.
“Ya no era una nota, no era un número, era mi papá y murió. Escribir no es más complicado, como ver las fotografías (…) la primera imagen de la primera persona que se vacunó en Cancún, era una mamá con su hija, fue el acabose para mí, esperaba que fuera mi papá. Es difícil ver la expresión de alivio, comparto su alegría pero duele ver que no llegamos a ese paso”, dice con una tristeza en los ojos.
Pero entre todo el dolor por la ausencia del ser querido, la tradición del Día de Muertos se ha vuelto más importante para Neftalí, al igual que para mucha gente, porque es la única manera de conectar nuevamente con quienes no tuvieron la oportunidad de despedirse, de recordar cómo eran y olvidar el sufrimiento, aunque sea por unos días.
“Tal vez no vayan a venir, pero están contigo cuando los recuerdas. Con esta tradición nos ayuda a olvidar los días más feos y a recordar lo bueno que fue en vida”, expresa mientras esboza una sonrisa agridulce, de resignación ante su dolorosa pérdida.
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