Compró espejo en bazar hotelero de Cancún y traía fantasma integrado

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Aby creyó encontrar el regalo perfecto de navidad, pero encontró un ser terrorífico.

Redacción/ De Peso
CANCÚN.- Desde hace décadas diversas historias señalan que los espejos guardan espíritus y vibras, pero Aby nunca imaginó que todo eso fuera real y mucho menos que le pasaría a ella y a su familia.

En diciembre de hace dos años, acudió con su hermana a un bazar hotelero instalado en vísperas de Navidad y a beneficio de una asociación civil de Cancún, adquirieron ropa, algunos adornos para el hogar y un espejo que ambas les pareció hermoso y perfecto para que adornara su sala.

Aby comenta que le pareció un modelo muy viejo, pero hermoso, los tonos dorados y bronces son del agrado de su madre, y ese era perfecto como regalo de navidad.

Lo mantuvieron oculto debajo de la cama, hasta el 24 de diciembre, y después de la cena, se lo entregaron a su madre junto con otro obsequio.

A día siguiente fue colocado, justo en la sala, donde las hermanas lo visualizaron al comprarlo, pero a las pocas horas comenzaron los dolores de cabeza para toda la familia, algo que nunca había ocurrido y que les pareció extraño, ya que nadie se había desvelado o bebido en navidad.

Los dolores de cabeza se hicieron algo normal para la familia, pero un día el padre sentado en el sillón y dando la espalda al espejo, sintió que alguien lo observaba y comenzó a helarse, volteó hacia el espejo y vio que estaba empañado como si estuviera dentro del sauna.

En esa misma semana, Aby se quedó mirando fijamente hacia el espejo y asegura haber visto el rostro que el espejo comenzó a empañarse y luego de unos segundos, reflejó el rostro deformado de una mujer, “por inercia me toqué la cara, pensando que el rostro deformado era el mío, fue entonces que ese rostro macabro sonrió burlándose de mí”, dijo la joven de 24 años.

Aby quedó en shock sin poder gritar y optó por salir corriendo de su casa, ya en la calle, vio a una de sus vecinas, una mujer de más de 60 años y sin decirle nada la abrazó, pidiendo con eso su ayuda, fue entonces que le regresó el habla y contó lo sucedido.

Sus padres y hermana llegaron horas después y fue hasta ese entonces que Aby volvió a entrar a la casa. Tras una larga plática optaron por destruirlo, a pesar de las supersticiones de su madre sobre los 7 años de mala suerte que presuntamente se desencadenan al romper un espejo.

Aby comenta que fue su padre el valiente que sacó el espejo a la calle, lo estrelló contra la banqueta y los pedazos de vidrio los echó a una cubeta con agua bendita. Al día siguiente pasó el camión de basura y se llevó los pedazos con todo y el recipiente.

Desde ese día no volvieron los dolores de cabeza o los escalofríos.

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