Jorge Moreno
MÉRIDA, Yuc.- Hoy les presentamos el caso de una valiente mujer que por defender a su hijo logró vencer a una temida bestia; es un relato interesante que nos mandó el lector Mario Alfonso Martín Cardeña, de esta ciudad.
El monstruo era conocido como “Boob”, fue producto de una maldición del Ak’ab Naj; lo describen como una monumental bestia de enormes colmillos y pelos de punta que le cubre todo el cuerpo y con el hocico babeante. Este ser maldito habitó en la espesura de la selva en un tramo antiguo con dirección a Payo Obispo, conocido como Tzuk Ha’as.
El feroz animal devoraba con verdadera saña a todo aquel viajero que para su mala suerte le entrara la noche por ese camino escabroso, por lo que conociendo lo que les esperaba apresuraban el paso bajo la enorme selva para buscar salvar sus vidas.
Cabaña
Toda persona que se atreviera a cruzar por esa ruta tendría que pensarlo varias veces, de tal manera que aprovechara al máximo la luz del día para cruzar esa zona peligrosa, cabe comentar que la horripilante bestia sólo devoraba a los hombres y no a las mujeres.
Ante este persistente peligro, los temerosos pobladores prefirieron construir una enorme casa hecha de huano y palos, a una altura ocho metros sobre las ramas de un árbol de zapote con enorme tablado para que ahí pudieran descansar los viajeros.
Para subir a la choza utilizaban una cuerda, de tal modo que cuando ya todos estaban arriba, se recogía lentamente la soga permaneciendo completamente aislados del piso, a la cabaña le llamaron “Ak’ab Naj”.
Los caminantes apresuraban el paso para tratar de llegar a tiempo a su destino antes que les cayera la noche, al pernoctar ahí se escuchaban desde lo alto los espeluznantes alaridos de la bestia, furiosa y hambrienta de carne humana. Así transcurría el tiempo en las noches de luna llena, los aullidos del animal se escuchaban en toda la selva, los animales corrían aterrados para protegerse de este ser, mitad hombre, mitad animal.
En manos de una mujer
Los más atrevidos cazadores desafiado el miedo se armaban de valor, pero por más que intentaron acabarlo, ningún tipo de arma le hacía daño a la bestia, los más famosos sabios del pueblo consultaron el “Ah’kín” (culto solar) y los sacerdotes coincidieron en que sólo una mujer valiente podría destruir al terrible monstruo.
Entonces llegó una noche tétrica cuando un joven matrimonio con un hijo en brazos y enfermo, se dirigían a Payo Obispo en busca de un medico para sanarlo, sin mediar el peligro apresuraron el paso pero les ganó la obscuridad en el camino, sabiendo del peligro que les acechaba decidieron que lo mejor era pasar la noche en el “Ak’ab Naj”; para ello, primero subió la mujer y después el joven con el niño en brazos, ya una vez instalados en el tablado de la casa se dispusieron a descansar.
Al poco tiempo la pareja comenzó a escuchar los rugidos del animal, el niño se asustó demasiado y comenzó a llorar; el llanto del menor llamó la atención de la bestia que olfateó la carne humana y enfurecido por la altura agrandó sus aullidos mientras que el niño lloraba más insistentemente.
Sabiendo del peligro por la enfermedad de su hijo, el joven padre, desesperado a pesar de la negativa de su mujer, tomó su escopeta y decidió bajarse de la casa para hacerle frente a la bestia, aunque sabía de antemano que no la iba a matar, pero tomó el suficiente valor y descendió de la soga.
En tierra, el joven se enfrentó en una lucha despiadada y dispareja con el animal que rabioso se le fue encima, entre ruidos, disparos y gruñidos en medio de la oscuridad, el horripilante Boob acabó con la vida del valiente joven a quien devoró con demasiadas ansias.
Fulminada
Al ver lo que ocurría con su compañero, la infeliz mujer dejó asegurado al niño atado en la tarima de la casa colgante y bajó para ayudar a su esposo, tomó la ensangrentada carabina y se fue acercando lentamente, apuntó en dirección al cuerpo de la babeante bestia, apretó el gatillo del arma y ésta cayó como fulminada por un rayo.
Enseguida corrió a ver a su esposo cuyo cuerpo destrozado y ensangrentado yacía tirado entre las hojas de los árboles, lo abrazó de forma desesperada para reanimarlo, pero al ver que éste no respondía decidió tomar a su hijo y salir corriendo del lugar, dirigiéndose al poblado más cercano para pedir ayuda.
Asombrada, la gente salió de sus casas para escuchar que la fiera había sido abatida por la mujer, aún temerosos por la noticia los pobladores resolvieron esperar a la mañana siguiente para acompañar a la señora en busca de su esposo.
Espeluznante hallazgo
Muy temprano, los hombres del pueblo fuertemente armados con sus carabinas se fueron acercando sigilosamente al “Ak’ab Naj”, lo primero que vieron fue el cuerpo destrozado del hombre, en su intento de huida el animal fue dejando una línea de sangre que se adentraba en la tupida selva.
Muy decididos, los hombres siguieron las huellas de la sangre y alcanzaron a llegar ante una semioculta gruta, en cuyo fondo encontraron el cadáver de una mujer en quien reconocieron el cuerpo de la curandera o bruja del pueblo que residía en los alrededores de la comunidad.
Los más viejos del pueblo aconsejaron como un escarmiento cortarle la cabeza, untarle sal y colocarla en el brocal de un antiguo pozo en el mismo camino.