Por Jorge Moreno
Hoy les presento un caso que mi difunto padre me platicaba cuando yo era un niño; me contaba que cuando él era un adolescente vivía en su natal Cuzamá, cerca de la casa de su tío, y al lugar había llegado una bruja con fama de ser muy poderosa, pero él era muy incrédulo, pensaba que solamente eran tonterías.
Hasta que un día su tío le pidió que lo acompañara con la hechicera para que le concluyera un trabajo que le había iniciado, ya que de pronto le empezó a ir mal económicamente y suponía que alguien le estaba haciendo mal; dicho trabajo tenía que concluirse en un cenote.
Más con curiosidad que con miedo, mi papá decidió acompañar a su tío, caminaron un par de kilómetros monte adentro y la señora les dijo: “Espérenme aquí, pase lo que pase, escuchen lo que escuchen, no se vayan a acercar” y se alejó.
Poco después empezaron a escuchar unos gritos muy fuertes, aullidos, insultos, cosas que se aporreaban… como si dos personas se estuvieran peleando; reconocían la voz de la bruja, pero no sabían de quién era la otra voz, que describió como ronca y fuerte, con acento que no correspondía al de un yucateco, era voz de un varón adulto.
Su tío le hizo caso a la bruja y no se acercó, sólo se persignó, se puso de rodillas, cerró los ojos y se puso a rezar; aprovechando que no lo veía, mi padre decidió acercarse sigilosamente y acechar en el interior de ese cenote en donde estaba la bruja para ver qué pasaba, pues pensaba que a lo mejor era puro “show”.
De frente con el mismísimo maligno
Cuando se acercó y pudo ver de cerca lo que ocurría, contaba que se paralizó de miedo: vio a la bruja peleando con un extraño ser de casi tres metros de altura, de color rojo completamente y con cuernos, el cual de pronto parecía elevarse varios metros para después arrastrarse como serpiente, tratando de descuidar a la bruja y atacarla por la espalda.
Me dijo que incluso se orinó en sus pantalones de la impresión, sintió un escalofrío muy fuerte y pensó que lo iban a matar en ese momento, pues de pronto el maligno se le acercó a menos de cinco metros y le dijo: “Nunca olvidarás esta cara”. Como pudo regresó corriendo con su tío, pero no le dijo nada en ese momento, y aunque quisiera decirle, no iba a poder, estaba mudo por el terror.
Una hora después regresó la bruja y le dijo a su tío: “Listo, ya está tu trabajo”.
Cuando caminaban de regreso al pueblo, la hechicera comentó que había peleado con el mismo demonio para lograr un desamarre de una brujería que le habían hecho a su tío para que le fuera mal. Ella terminó exhausta pero pudo convencer al maligno para que se alejara del pariente de mi padre.
También me dijo mi papá que durante la feroz pelea, la bruja se convirtió en un enorme perro negro y que de esa forma obtuvo mucha agilidad para combatir al demonio; en ese momento no lo entendió, pero el motivo de la transformación era que esa bruja tenía el don de convertirse en Huay Peek.
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