Bolsa de frituras fue clave en un juicio

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Agencias / De Peso

SIDNEY, Australia.- De acuerdo a una decisión reciente de la Fair Work Commission (FWC) de Australia, el electricista Tom Collela utilizó una bolsa vacía de frituras (forrada de aluminio) para bloquear la señal que le permitía a su empleador rastrearlo mediante el GPS. Eventualmente, y gracias a una carta anónima, la compañía para la que trabajaba Colella se enteró de las «irregularidades en la ejecución de su trabajo» y lo despidieron de inmediato.

Resulta ser que Collela también es capitán del Club de Golf Lakelands, en las afueras de Perth y, según el Telegraph, «había dejado el trabajo para jugar golf al menos 140 veces en los últimos dos años«.

Hacer algo así requiere mucho atrevimiento, pero Collela, quien ganaba un salario de 111 mil dólares australianos (84 mil dólares estadounidenses), incluso tuvo el descaro de reclamar que fue despedido injustamente por la compañía. Y así es cómo este caso terminó ante la FWC, donde la bolsa de papitas surgió como pieza crucial de evidencia.

Malicioso, seguro. Pero también ingenioso como el Diablo. Al final, la FWC se puso de parte del empleador al dictaminar que, efectivamente, tenían «una razón válida para despedir al señor Colella» y que «el despido del señor Colella no fue severo, injusto o irracional». Colella, quien ahora está «trabajando como conductor de Uber y ganando algunos cientos de dólares por semana», pudo haber sido capaz de evadir a su empleador y al electromagnetismo gracias a una bolsa de papitas, pero no tuvo forma de escapar al brazo de la ley laboral australiana.

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