El día que Rafael platicó con su amigo de la infancia sin saber que había muerto

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Redacción/De Peso

El mes de octubre, les presentamos el caso de un policía de Mérida que vio y platicó con un amigo en Nochebuena, y al día siguiente descubrió que ya tenía varios días de fallecido; estos casos son más comunes de lo que se pudiera pensar, quizás estas almas en pena no se van al más allá sino hasta completar una pequeña misión.

Hoy les presentamos un caso parecido, que subió en redes sociales Henry García y que compartió en el grupo de Facebook que tenemos, llamado “Leyendas Mayas y de terror”: Aquella tarde, don Rafael iba caminando por el centro de Cancún con la intención de comprar algo de ropa. Eran vísperas de Navidad, todos los locales y las plazas estaban inundadas de personas. Cuando pasaba cerca del parque, de entre la gente, reconoció a una persona muy especial. Era su gran amigo de la infancia, había dejado de verlo desde que se había mudado a Mérida.

-Ramón, qué milagro, La invitación cuánto tiempo sin verte ¿qué haces por acá?- le dijo emocionado
-Vine a buscar algunas cosas, me voy a casar, tengo tu invitación mañana paso a dártela- contestó Ramón.
-Qué bueno que estás por acá – le respondió – te invito mañana a la cena de Navidad, allá te espero, no faltes- le dijo, a lo que el amigo le aseguró que sí iría.

Después de un rato se despidieron y don Rafael siguió su camino. Al otro día, durante la cena les platicó a sus amigos sobre su encuentro.

-¿Saben?, ayer me encontré a Ramón, andaba contento porque se va a casar, lo invité para que estuviera con nosotros, posiblemente no tarde en llegar. Alberto, uno de sus invitados, se levantó y le dijo:
-No sabes lo que estás diciendo, es imposible que lo hayas visto no te puedo creer eso. ¿Acaso no te enteraste?- le dijo.

Y de inmediato agregó: “Ramón murió hace seis meses, venía rumbo a Cancún con su novia, iban a entregar las invitaciones de su boda y un conductor borracho los impactó con su carro; ambos fallecieron.

Don Rafael no lo podía creer, así que tomó su celular y llamó a la casa de su amigo en Mérida; quien respondió fue la madre de Ramón, quien le confirmó la triste noticia:

-Murió. Antes de irse a Cancún me dijo que te pasaría a entregar tu invitación a su boda; tuvieron un terrible accidente.
Don Rafa colgó el teléfono con pesar, no podía creer lo que le había pasado. Esa cena de Navidad ya no fue la misma.

Al otro día, don Rafael barría su calle, cuando de repente vio que el viento arrastraba algo con suavidad. Con curiosidad, se acercó para ver qué era. Se trataba de un sobre viejo y carcomido, lo levantó y cuando abrió la tarjeta que estaba en el interior y leyó el contenido sintió un escalofrío que recorría su espina dorsal; empezó a sudar frío sin dar crédito a lo que leía en aquella tarjeta:

“Rafael: te invitamos a nuestra boda, será en Mérida. Te esperamos, no faltes. Atte Ramon y Elena”.

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