Redacción De Peso
MÉRIDA, Yuc.- La señora Eusebia Dzul Uc a sus 88 años de edad, tiene que vivir de casa en casa de sus retoños, pues su hija Florentina Tzab Dzul y su marido Linder Fernando Tun Peraza maquinaron el despojo de un predio y dos parcelas que le dejó su difunto marido.
Desde el año 2010, interpuso la denuncia penal 843/2/2010 y a partir de esa fecha, con el apoyo de sus otros hijos (tuvo 10), ha estado luchando para vivir sus últimos años de vida un poco más desahogadamente.
Florentina y Linder fueron detenidos en noviembre pasado, por orden de la entonces juez cuarto penal, Rubí Guadalupe González Alpuche, por los delitos de falsificación de firmas y robo de documentos, pero se les dejó en libertad mediante el depósito de una fianza.
Al salir, ante el Centro Estatal de Solución de Controversias, pretendieron regalarle a la doñita, para que se olvide de todo, 30 mil pesos, que, la neta, no son nada.
Resulta que Florentina Tzab falsificó la firma de su difunto padre, Faustino Tzab Cocom, para quedarse con dos lotes de terrenos en la comisaría de Chichí Suárez y el predio sin número de la calle 35 entre 10 y 12, del centro de ese poblado.
Cómo le hicieron chafa
Para quedarse con la vivienda de Tzab Cocom, simularon la compra-venta de dicho inmueble, con firma apócrifas, para que por medio del Infonavit el tal Linder, que al final de cuentas no le dio ningún centavo a los dueños originales del predio y sí, en cambio, lo vendió con adeudo a Felipe Yuseff Lara Farah.
Incluso, el Tribunal Agrario –después de un montón de años y porque el abogado de esta pareja tiene más tentáculos que un pulpo en ese lugar- finalmente aceptó, mediante un estudio grafoscópico, que la supuesta carta de sucesores a favor de la Tzab Dzul era falsa porque la firma no fue puesta por el puño del difunto.
Lo único que piden los hermanos, que se hacen cargo de la viejita, es que se le haga justicia a su anciana madre y le regresen lo que le pertenece, para que goce de un poco de lo mucho que le dejó su difunto padre.
A ver si ahora, tanto las autoridades agrarias, como las impartidoras de justicia, se dejen de darle largas al asunto y ayudan a la doñita.
