Su rebeldía y libertinaje le atrajo al diablo vestido de charro

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En el instante en que ella estuvo en el lomo del animal, este creció el doble de su tamaño y ardió en llamas.

Agencia
CIUDAD DE MÉXICO.- Esta leyenda comienza con Adela, una joven despreocupada para su época, ya que en los años 20s mientras las mujeres permanecían en casa atendiendo a los hombres de su familia, ella prefería la vida sin compromisos, vagaba ya entrada la noche en quien sabe dónde, a pesar de la preocupación de sus padres.

Una de tantas noches, se encontró en su camino con un hombre alto, de aspecto elegante, de impecable traje negro compuesto por una chaqueta corta, una camisa, un pantalón ajustado y un sombrero de ala ancha. Circulaba a lomo de un caballo enorme y de color azabache. Impresionó a la joven al instante por su gran porte, mirada elocuente y palabras cálidas.

Tras una amable conversación Adela aceptó aligerar el viaje y consintió a montar el caballo. En el instante en que ella estuvo en el lomo del animal, este creció el doble de su tamaño, ardiendo en llamas, le impidió el escape, al escuchar los gritos de espanto de la joven, algunos salieron en su auxilio, solo para darse cuenta de que ella era ya propiedad del Diablo, que en forma de charro negro cabalgaba todas las noches por los alrededores de la Ciudad de México en busca de un alma incauta que llevar a sus dominios.

Por ella no pudo hacerse nada, sólo la vieron arder en llamas sobre el caballo, ahogándose en sus propios gritos de dolor y desesperación.

Con información de freim.tv.

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