Risas tenebrosas ensombrecieron una posada entre amigos en Sm 93

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Los hechos ocurrieron en diciembre de 2017 y a pesar de que nadie les crea, para ellos fue real.

Redacción/ De Peso
CANCÚN.- Todo el mundo ha asistido a posadas con amigos de trabajo, pero lo que vivió un grupo de amigos en diciembre de 2017 es algo que no olvidarán jamás y que tan sólo de recordarlo se les eriza la piel.

La historia la cuenta Diego, un ingeniero de profesión y hasta ese diciembre escéptico de lo paranormal, él acaba de llegar a Cancún y fue invitado por su mejor amigo a ir a una posada, el evento era con amigos del trabajo de su esposa. La pareja llevaba varios años radicando en la región, y su objetivo era distraer a Diego del estrés que le provocaba no encontrar empleo.

Diego tenía otro amigo viviendo en Cancún y quiso pasar a buscarlo antes de llegar a la fiesta, tomaron un taxi y llegaron hasta la Región 93, justo a un costado del ‘Parque San Antonio’, tocaron y tocaron pero él nunca respondió. Ellos decidieron llegar a la fiesta caminando ya que según el GPS el evento estaba cerca, a la misma altura pero una cuadra después de la Ruta 5, en dirección a la Talleres.

Caminaron en línea recta por la lateral del parque y justo a unos pasos de salir a la avenida Miguel Hidalgo comenzaron a escuchar risas de niños que salían de una escuela, eran casi las 10 de la noche del 18 de diciembre, imposible que existiera alumnos en clase.

Diego quiso buscar una razón lógica a su alrededor, tal vez una fiesta infantil en una vivienda cerrada o alguna familia cerca, pero no hallaron nada, para ese entonces la esposa de su mejor amigo ya estaba temblando del miedo y las risas no cesaban.

Ella les dijo vámonos y ellos siguieron caminando rumbo al Oxxo que está al final de esa calle y que se ubica sobre Ruta 5.

Los pasos de ella eran más pequeños que los de ellos, y las risas cada vez eran más fuertes y tétricas, Diego narra que no dejaba de pensar que tenía que existir una razón lógica, pero su cuerpo comenzaba a helarse al escuchar esas ‘risas malévolas’.

“Tal vez fueron sólo unos segundos los que tardamos en buscar una fiesta infantil en los alrededores y en pasar por completo la escuela, pero a mí me pareció una eternidad”, dijo el ingeniero.

Al llegar al Oxxo decidieron pararse y tranquilizarse pero al no conseguirlo, optaron por seguir su camino, llegar a la posada y no volver a hablar de tema, por lo menos esa noche, ya que aseguran que la historia se ha convertido en una plática recurrente entre amigos y que a pesar de la burla de todos, ellos tres saben que fue real.  

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