Niñas jugaban con su vecinita muerta en Yucatán

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La madre de las niñas se topó cara a cara con la menor fallecida, en ese momento supo que sus hijas no estaban mintiendo.

Rollo: Jorge Moreno
La colonia Itzimná es uno de los barrios más antiguos y al mismo tiempo tradicionales de la ciudad de Mérida, y aunque actualmente es parte de la capital yucateca, hace varias décadas para ir ahí era como si nos trasladáramos a un pueblo, por la distancia, el monte y las calles pedregosas.

Hoy les presentamos una investigación que realicé hace un tiempo sobre la extraña muerte de una niña y sus posteriores apariciones, las cuales contra toda lógica se dan en casa de una vecina y no con sus propios familiares, pero vayamos por partes.

Hace veintidós años, en diciembre de 1997, hubo un lamentable accidente en una casa, una niña de cinco años de edad de nombre Mayola (María Yolanda) falleció mientras jugaba en la sala de su domicilio, ya que al estar corriendo se resbaló y al caer golpeó su cabeza con el “filo” del marco de una puerta, por desgracia el golpe fue certero y mortal y no se pudo hacer nada.

La niña tenía dos hermanas, de nueve y once años, respectivamente, pero no se llevaba bien con ellas, ya que le hacían muchas maldades; ella prefería jugar con sus vecinitas, dos niñas de seis y ocho años que vivían en la casa de enfrente.

Días después de la tragedia, las dos pequeñas le dijeron a su mamá que Mayola había estado jugando con ellas en el cuarto; la señora, pensando de que sólo se trataba de un amigo imaginario, o bien, por la impresión tras la muerte de su amiguita no le dio importancia.

Sin embargo, con el paso de los días, las niñas insistían en que su vecinita difunta estaba ahí en su casa, prácticamente a todas horas del día.

Justo cuando la mamá empezó a inquietarse ante ello y casi empezó a perder la paciencia, pudo descubrir de manera sorprendente que lo que decían sus hijas no tenía nada de falso, pues una noche, cuando se levantó para ir al baño vio a una pequeña niña entrar a la cocina.

Pensando en que era la menor de sus hijas, y extrañada porque ya era muy tarde, decidió esperar un momento a que salga de la cocina para ver que buscaba ahí, pero ante la demora, entró y vio que no había nadie…

Para su sorpresa, sale en ese momento de la cocina y entra a la habitación de las niñas y las ve a las dos en sus camas durmiendo. Y aún no salía de su asombro cuando de pronto en un rincón del cuarto ve a esa niña misteriosa de frente y al ver su cara la reconoce de inmediato: ¡era Mayola!

Transcurrieron un par de días y decide ir con la mamá de Mayola para decirle lo que estaba pasando en su casa, tenía un poco de miedo a que se ofendiera o que la tomara a loca, ya que además no tenía mucha confianza con ella, pero finalmente va y se lo dice.

Al contarle todo, la mamá de la difunta, contrariada, le dice que en su casa no había pasado nada extraño tras la muerte de su hija, pero a juicio de la vecina, ésta cree que, en realidad, sí han ocurrido cosas similares, pero que no quiere decirlas, ya que las hermanas de Mayola le dijeron que éstas juegan con ella en el parque de Itzimná todos los sábados después de que salen de sus clases de catecismo.

Cuando la vecina me platicó ese caso, incluso me contactó con una señora, actualmente de unos 30 años de edad, que en aquel entonces era una niña y que aún recuerda que también a ella le tocó ver el alma en pena de esa infante:

“En ese entonces no me daba miedo verla, la vi al menos unas cinco veces, pero ahora, sólo de recordarlo me aterra; quizás porque ahora tengo una noción de lo que es un fantasma y cuando era una niña pues no”, comentó.

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