José Noriel Portillo alías “El Chueco” vivía en una lujosa casa en un humilde poblado de Chihuahua, hasta que mató a dos sacerdotes jesuitas y la fiscalía ofreció una recompensa para capturarlo.
Los cinco millones que se ofrecieron, hicieron que el criminal dejara su “reino” y se escondiera de las autoridades.
La casa esta construida con un ladrillo que usan comúnmente en Estados Unidos, tiene lamparas colgantes de vidrio, una gran bodega donde guardaba su armamento y estaba custodiada por una docena de sicarios.
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El predio se encuentra en la comunidad de Bahuichivo, donde se erigen dos estructuras, la primera cuenta con cinco cuartos, todos con camas y colchones sucios, algunos tenían televisión.
Cada cuarto cuenta con un altar a la Santa De Muerte con flores y veladores, a esa deidad piden los sicarios protección.
En una de las paredes se escribió con aerosol: “Bajo la sombra de tus alas me amparo”
La otra construcción al parecer era una casa de seguridad donde se retenía a las víctimas de El Chueco y sus secuaces.
La propiedad fue cateada para dar con el líder criminal de acuerdo con el fiscal general Roberto Fierro Duarte.
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