Celia V. Franco C/Redacción De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- Hasta hace una década, tal vez menos, las cosas se hacían en persona, no había la facilidad de esconderse en el internet. Por ejemplo, si se quería contar con la recoja de basura uno tenía que ir a la empresa encargada, hacer la fila, abrir la cartera y pagar por el servicio; si uno ya no quería más estar con el novio o la novia, se armaba de valor, lo miraba a los ojos y le decía algo así como: “no eres tú, soy yo” o “necesito tiempo”.
Las amistades se citaban en los cafés o se organizaban reuniones para platicar largo y tendido y ponerse al corriente con los chismes; los señores no perdonaban la reunión semanal en la cantina para cotorrear y a los niños se les acostumbraba a ir al parque para jugar con los demás peques del rumbo.
Lamentablemente, la costumbre de dar la cara e interactuar con los demás seres humanos a través del contacto se está perdiendo. Ahora pueden pasar semanas, incluso meses sin que los amigos se reúnan, es más, hasta la costumbre de llamar a mamá todos los días es ahora solo una anécdota, todo lo han sustituido el whatsapp y el facebook.
En una época cada vez más digitalizada, en donde las nuevas generaciones ya no conocen lo que es preocuparse por competir para tener un lugar en una institución académica, pues si no entran a la deseada hay muchas en el internet que pueden expedir un certificado.
Nuestros jóvenes ya no saben lo que significa hacer filas interminables para poder alcanzar un lugar y presentar un examen de admisión, porque ahora todos los trámites se realizan a través de una plataforma digital. Eso ha hecho que la cultura del esfuerzo cambie su significado.
Ya no importa la edad, tanto jóvenes como adultos dedican gran parte de su día a navegar por las redes sociales y es por eso que ahora los políticos ven como una gran oportunidad dichas aplicaciones: prefieren difundir lo que hacen o quieren hacer en el facebook que ir a una entrevista a la radio.
Nueva generación
Los políticos jóvenes, los que se autodenominan el cambio de México, tapizan las redes sociales con fotos, discursos y hasta dinámicas que buscan crear una imagen de cercanía con la gente, en lugar de salir a las calles y convivir de verdad con las personas, tratarlas, escucharlas y mirarlas a los ojos.
Con la cercanía de los próximos procesos electorales todos aquellos que sueñan con tener un lugar entre los elegidos, se esfuerzan por aparecer en los perfiles de los usuarios y tener más “me gusta” o reproducciones; bueno, hasta piden que se compartan sus publicaciones. Como si eso de verdad reflejara el pensar y sentir de un grupo de personas.
A salir
¡No, jóvenes! No basta con ser bonitos y fotogénicos, no basta con escribir sus propuestas, hay que salir a la calle, conocer a los vecinos de sus distritos, caminar… caminar mucho, escuchar las necesidades, comprometerse y cumplir, tienen que demostrar que son capaces de dar la cara aún y cuando no puedan resolver todas las peticiones.
Nadie espera que sean perfectos, lo único que pedimos es que sean honestos y que entiendan que su compromiso es con los votantes, no con sus amigos políticos que tienen puestos más altos en el poder y que les prometen subir en la maraña grillera si se alinean con ellos.
Es verdad que hay que abrir paso a los jóvenes, que muchos de los políticos “grandes” (arriba de los 45 años de edad) ya se han amañado al sistema y no velan por el bien común sino por el propio, pero también es cierto que no todo lo que se ve en las redes sociales es verdad y la gente lo sabe. Así que es hora de desempolvar los tenis y salir a planchar calles.
(Foto de contexto de SIPSE)
