Redacción/De Peso
CANCÚN, Q. Roo.- En la memoria colectiva hay crímenes que permanecen marcados para siempre, ya sea por la forma, lugar o las personas involucradas el día que ocurren; tal y como se llama esta sección son… Imposible de Olvidar.
La tarde del 30 de marzo de 2014 está grabada en la mente de los habitantes de la calle Villa Marino, del fraccionamiento Villas del Sol, pues quedó registrada como en la que Luis Alberto Pinto Solís atacó y asesinó a su madre a puñaladas.
Cuando el sol perdía su brillo esa tarde, Luis leía la Biblia en una de las habitaciones del matrimonio conformado por Alicia Solís Baeza y Jorge Alberto Pinto Cetina, del cual era el único hijo.
Según su declaración ante las autoridades, ese fatídico día, de las Sagradas Escrituras salió una voz que le ordenó acabar con la vida de su madre, quien se encontraba preparando la cena.
Luis aseguró que intentó hacer que las voces callaran, pero estas se volvieron más fuertes así que salió de la habitación y caminó hasta la cocina, donde tomó un cuchillo, sujetó a su progenitora por el cuello y le asestó varias puñaladas.
La mujer que le dio la vida solicitó auxilio a gritos, los cuales fueron escuchados por su esposo, quien se encontraba en el patio frontal y de inmediato sometió a su crío para después pedir ayuda de las autoridades y paramédicos.
Esa misma tarde doña Alicia ingresó a la sala de urgencias del antiguo Hospital General, ubicado en la supermanzana 65, con ocho puñaladas, una de ella en el tórax que le perforó el corazón, lo que le arrebató la existencia unas horas más tarde.
Esa misma noche y tras la muerte de su mujer, don Jorge fue detenido y trasladado a las oficinas de la Policía Judicial, donde señaló a su hijo como el asesino, quien hasta ese momento estaba libre, por lo que los agentes procedieron a realizar la aprehensión y obtener la declaración del parricida.
El 4 de abril, ya en la rejilla de prácticas para ser procesado por homicidio calificado en agravio de su madre, resulto obvió para los abogados que el detenido vivía en otra realidad y sus facultades mentales se habían deteriorado considerablemente.
Por ese motivo el proceso fue detenido por un juez hasta que se le practicaran estudios psiquiátricos al joven, quien hasta hoy perdura en la memoria colectiva como ‘El Parricida de Cancún’.
