Isla Blanca, la pesadilla de los obreros por el «derecho de piso»

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Hay una pesadilla a la que autoridades no han logrado darle freno, el cobro de «derecho de piso» ha cobrado la vida de obreros en Isla Blanca.

Redacción/De peso

El patrón de extorsión de obreros en Isla Blanca es similar en todas las obras donde se reporta presencia de personas ligadas a grupos criminales quienes cobran «derecho de piso».

Trabajar tiene un costo o hay “tablazo”, un método de tortura para golpear el cuerpo de la víctima con el fin de infringirle dolor extremo.

Si no se «alienan», la tortura escala o culmina en asesinato, coinciden las versiones de diferentes ex trabajadores de obra.

Todos los trabajadores tienen que pagar derecho de piso: ingenieros, arquitectos, jefes de obra, albañiles, electricistas, plomeros, ayudantes e, incluso, los vendedores ambulantes y trabajadores del transporte público. Nadie se libra.

El cobro varía, según el cargo y la obra en la que se labora.

Por lo general, el derecho de piso se paga “el día de raya”, es decir, los sábados, días en que los patrones le dan su salario a los obreros, después de la jornada laboral.

Dicho cobro es obligatorio y puede ser por dos vías: una cuota semanal de aproximadamente 500 pesos o dosis de marihuana que el empleado debe pagar de manera forzada.

“René” pagaba al narco unos 75 dólares a la semana (1,500 MXN), una tercera parte de su sueldo, por 10 bolsitas de marihuana que le obligaban a adquirir.

Él es un obrero que trabajó en los hoteles Catalonia, Majestic y Planet Hollywood. Su nombre, así como el de todos los nombres de los trabajadores entrevistados en este trabajo periodístico, han sido cambiados para no poner en riesgo su integridad.

“No puedes quedar a deber lo que es la droga, no puedes quedar a deber nada. Por decir, si no pagaste el sábado, llegas el lunes y ya te están esperando.

Te llevan a la oficina y ahí te están verguiando”, agrega el ex empleado originario de Tabasco.

La “oficina” es el lugar de cada obra donde se guarda toda la herramienta. Comúnmente, ese cuarto sirve para golpear a los empleados que no se alinean.

El “ingeniero”, como llaman a su patrón directo, tiene que dar una cuota adicional a la que paga cada obrero.

Si no da ese pago, la primera advertencia es golpear a uno o varios de sus trabajadores, como ocurrió con Ángel de la Cruz.

El sector de la construcción emplea alrededor de 74 mil trabajadores, según datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS) del estado.

La mitad se ubica en Cancún y su zona conurbada de Isla Blanca. Cada obra en los resorts de gran dimensión, con superficies de hasta 40 hectáreas, alberga en promedio 800 trabajadores.

Durante sus primeros días de trabajo, “Jacinto” no supo ni sospechó nada. “De repente”, vio que entraba gente que no laboraba, pero que ofrecía “pase” (dosis de droga) a los trabajadores: marihuana, cocaína o cristal.

Los criminales llevan el control de la asistencia y de cuánto gana cada obrero por semana, como si fueran el área de Recursos Humanos.

El ambiente laboral es hostil. Aunque “Jacinto” ya había trabajado en obras de construcción, confiesa que nunca había visto algo similar.

El vendedor les ofrece drogas todo el día. La situación empeora si, además de la cuota semanal, los obreros se endeudan para poder consumir.

“Jacinto” es originario del norte del país. Viajó a Cancún antes del inicio de la pandemia, en febrero de 2020, y se quedó sin empleo a un mes de haberse instalado.

La urgencia de ingresos lo llevó a emplearse en el sector de la construcción. Así llegó al Planet Hollywood. Como pintor, ganaba por destajo, dependiendo de cuántos metros hiciera por día. Su pago variaba entre los 150 (3,000 MXN) y 200 dólares (4,000 MXN) semanales.

Los trabajadores se enfrentan a un dilema porque, aunque el “ingeniero” no les pague, ellos sí tienen que pagar cuota a los criminales.

“Si no te paga el ingeniero, que diga ‘no tengo dinero’, tú tienes que llevar de a fuerzas lo de la cuota; esa es de a huevo. Si no, una tabliza”.

El consejero James Tobin sostiene que los delincuentes identifican las obras cuando recién inician; buscan a los “ingenieros” o responsables de toda la obra, también a los contratistas.

Luego, investigan sus datos personales, ubican su residencia, a su familia, y después los abordan.

Con información de Novedades de Quintana Roo. Nota completa: https://bit.ly/2P8nc2E

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