A nada de ‘enfriarse’ para siempre

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Orville Peralta / De Peso

CANCÚN, Q. Roo.- Toda su mandarina en gajos se partió un chacal ayer por la tarde, cuando por conducir su troca repartidora de hielo como si fuera a recibir herencia, se embarró en una palmera, dio un giro, punta, tacón y ¡pum!, colisionó a una troca de lujo y luego se embarró contra un cochinito rodante de la ola verde.

Bomberos, paramédicos, chalanes de Protección Civil, ‘tranchos’, ‘politurísticos’ y ‘federicos’ las movieron como anoche hacia el kilómetro 8+600 del Bulevar Kukulcán, donde les reportaron a que a las 2:10 de la tarde un morro se había dado en su ‘máuser’.

Cuando los ‘cuerpatsos’ de emergencias cayeron en ese punto de la Zona Hotelera, encontraron entre los fierros arrugados de la Nissan NP300 blanca con caja refrigerada, matrícula SZ-5630-D, a Carlos Góngora Cahuich, de 19 añicos, hecho pipí, popó, pupú y lo que se acumule.

Por lo que ‘curitos’ de Life Support y Ángeles Verdes lo sacaron de la cabina de la unidad repartidora de agua purificada y hielo para aventarlo en una cama del Hospital General, pues resultó con golpes hasta en las uñas, aunque gracias a su angelito de la guarda estaba estable y fuera de peligro.

Todo el asunto se derivó de que Calín le metía la chancla a fondo a su nave, lo que provocó que perdiera el control y se impactara contra un murete de concreto, de esos que señalan el kilometraje, y por la velocidad que llevaba continuó su marcha hasta darse en la torre contra una palmera, a la cual arrancó desde su base.

La camionetita dio un giro y chocó casi de frente contra la Cadillac SRX blanca, latitas WSW-89-33, que manejaba Verónica Ibarra, pero no terminó ahí, ya que la hielera al dar otro giro se embarró con el taxi 4888, Nissan Tsuru, placas 12-45-TRU, que manejaba Roger Villanueva, de 58 años.

Las tres naves fueron enviadas al corralón, mientras los conductores acabaron en manos de los ‘tamarindos’ en su nidito de ‘amors’, donde se dijo que llegarían a un acuerdo con el morro que protagonizó esta historia, y no de amor, para que pagara los daños ocasionados.

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