Pecho a Pechito: La ruta maquinaria-tricolor para 2018

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El Bofas/De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- El partido en el poder en Yucatán, el PRI, empezó a mover sus fichas para las elecciones de 2018 cuando se renovarán todos los poderes políticos en la entidad, o sea, la gubernatura, 106 ayuntamientos –principalmente la “joya de la corona”, Mérida-, 25 diputaciones estatales, cinco federales (de mayoría) y, por lo menos, tres senadores no electos por la vía fácil del plurinominal, además de toda una bola de regidores y “cínicos”, perdón, síndicos que, en realidad, sirven para dos cosas: para nada y para una chin…

En este caso, el partido tricolor –con la representación del llamado primer priísta de Yucatán, Rolando Zapata Bello– comenzó con determinados enroques que, en teoría, deben cuajar para salir avante en la contienda próxima que, además, tendrá el morbo principal del relevo presidencial. Pero, concretamente, en Yucatán, el Revolucionario Institucional no quiere dejar cabos sueltos.

En casi cuatro años, el dirigente del otrora partidazo, Carlos Pavón Flores, sobrellevó los menesteres y trabajó con determinados aciertos en los comicios intermedios de 2015 cuando se renovaron diputaciones locales, federales y 106 comunas. Con excepción de Mérida, el PRI se llevó una buena cantidad de municipios y también la mayoría en el Poder Legislativo, uno de los objetivos principales.

En términos generales, Pavón Flores, manteniendo un bajo perfil, hizo una labor discreta pero efectiva. Los resultados allí están, aunque siempre habrá detractores. Por ejemplo, en Puerto Progreso, el tricolor perdió por primera ocasión en su historia de manos de José Isabel Cortés Góngora, un priísta que se salió del huacal al no recibir la “bendición” y fue cobijado por Nueva Alianza y, en menor medida, por el PRD, para ganarla a Jessica Saidén, abanderada del PRI, e hija del secretario de Seguridad Pública, Luis Felipe Saidén Ojeda. Salvó algunos “pecadillos”, se puede decir que “Don Pavone” cumplió con la encomienda que le encargaron desde el inmueble de la calle 61 del Centro Histórico de Mérida.

Ahora, en menos de un mes, se registraron los relevos priístas para enfrentar la siguiente lucha electoral y que promete ser muy disputada, dados los pormenores políticos, económicos, sociales y hasta diplomáticos –la maldita presión del imbécil de Donald Trump- que enfrenta un debilitado Enrique Peña Nieto.

Por principio de cuentas, en el PRI Municipal de Mérida salió disparado Jorge Sobrino Argáez –hijo del astuto político Carlos Sobrino Sierra- y en su lugar entró Jorge Esquivel Millet, persona de todas las confianzas de Rolando Zapata Bello y que anteriormente, en 2015, había competido para una diputación estatal y que hasta hace menos de un mes se desempeñaba como titular de la Consejería Jurídica del Gobierno estatal.

El chavo va con la consigna –obviamente- de tratar de despertar al priísmo meridano para obstaculizarle el camino a los panistas que, no obstante sus pleitos internos, tienen todavía el voto duro para impulsar el triunfo de sus abanderados en la capital yucateca, sobre todo cuando de votar por el futuro presidente municipal se trata.

Con precisión pocos saben del alcance que pueda tener Esquivel Millet, pero al menos le meterá ganas para cumplirle al “jefe” y, de paso, labrarse un mejor camino en la grilla local y, chance, hasta nacional.

El plato fuerte lo constituyó el cambio en el PRI “mayor” con la entrada de Carlos Sobrino Argáez –hermano mayor de Jorge, el ahora ex dirigente del PRI meridano- y mandar a su tocayo Carlos (Pavón) a la Consejería Jurídica gubernamental, cargo que ostentaba Jorge Esquivel Millet, ahora en el tricolor municipal.

Parece todo un revoltijo, pero no lo es. De entrada, Carlos Sobrino padre le dará consejos a su chamaco. ¿El poder total detrás del trono o el poder compartido con Rolo de por medio? El chiste es ganar, que nadie se olvide de ello.

Y si alguien sabe de mover a sus fichas es, definitivamente, el mandatario Rolando Zapata Bello, considerado hasta por sus propios adversarios como un eficiente operador político y ya con grupo propio y del cual carecía cuando tomó el poder en 2012.

Otro ejemplo del fortalecimiento del PRI es el nombramiento de Karla Franco Cervera, ex directora del Registro Civil, como dirigente de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), olvidada desde el fallecimiento del jovenazo y prometedor político, Manuel Medina Enríquez.

La chamba de Karlita consistirá en desplegar la base terrestre para propinarle tropiezos a los panistas, quien son la fuerza política en la capital. No en balde, la instrucción del “jefe” es ganar el carro completo en 2018 en este orden: gubernatura, alcaldía de Mérida y la mayoría del Poder Legislativo. Nada fácil la tarea, pero el tricolor ya empezó a trazar su ruta.

¿Y los otros partidos? Veremos algunos comentarios en próximas colaboraciones. Amiguitas y amiguitos, ya saben: sugerencias para cambiar en el PRI a las huestes dirigentes de campesinos y obreros, ¿o con los actuales pseudolíderes basta?, enviarlas a [email protected] y/o [email protected]

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