Angel Bobadilla/De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- En medio del luto por la desgracia nacional que cimbró a los mexicanos y que mantuvo en vilo a los yucatecos que tienen familiares trabajando y viviendo en la Ciudad de México, llamó la atención una serie de mensajes que llegaron a los teléfonos celulares –incluso a representantes de medios locales- en el que se mencionaba que “Vila tiene empresas fantasmas” junto con una liga de un video subido a redes en portales noticiosos nacionales.
Por lo general, la guerra sucia se inserta en una realidad virtual en la que no hay reglas y las leyes no son tan estrictas. Las estrategias basadas en debilitar, desprestigiar y vulnerar al contrincante político, se convirtieron en el eje central de las campañas electorales en el Estado de México, Coahuila, Nayarit y Veracruz, de julio pasado.
Los ataques constantes y el intercambio de acusaciones por corrupción no son nada nuevo pero en el caso de los ataques al alcalde de Mérida, a casi un año de las elecciones de 2018, puede interpretarse como un adelanto de lo que se espera para este proceso electoral, pero también puede revelar un temor fundado de sus adversarios políticos.
Páginas y noticias falsas, mensajes a celulares, distorsión de la información, robo de identidad y un sinfín de técnicas cuyo objetivo central es vencer a los opositores, se han convertido en prácticas privilegiadas de los partidos y candidatos que disputan un cargo de elección popular, a pesar de las restricciones normativas.
Y, sin embargo, en medio de la tragedia no sólo son inoportunas sino que pueden revertirse para cualquier partido del color que sea.
Son muchos los años los que nos ha costado a todos los mexicanos construir un sistema electoral con independencia, objetividad, imparcialidad y certeza.
Hoy es creciente el número de ciudadanos que se informa, compara y evalúa las opciones que tiene enfrente y como todo el país, existe un clamor para que este tipo de prácticas no puedan dar margen a ningún tipo de irregularidad.
