El Ilustrador: ¿Sabías esto de Yucatán? Otro invento yucateco

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Sergio Grosjean/De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- Hace dos semanas, a raíz de nuestro escrito “Invento yucateco que dio de comer a muchos”, comentaba nuestro amigo Carlos Irabién que en Yucatán se han consolidado varios inventos entre los que podemos contemplar la máquina para raspar henequén.

Al respecto de esta planta, se sabe que fue aprovechada desde el período prehispánico de manera rudimentaria, y se dice que el sacerdote maya Samná o Zamná, quien condujo a los Itzaes hasta Yucatán, también fue curandero de notable fama y es a quien se le atribuye el descubrimiento de las propiedades de la fibra obtenida del henequén.

A este agave se le conoce también como “sisal”, debido al antiguo puerto de Yucatán por donde era embarcado. El nombre de henequén fue dado por los españoles posiblemente porque los mayas le decían “jeneque”, aunque algunos investigadores consideran que el término procede de Las Antillas, quizás de Haití o de la lengua quechua que se hablaba en el Perú y parte de Chile.

Pero volviendo al tema que nos ocupa, primitivamente la operación del raspado, es decir, la separación de la fibra del bagazo, se realizaba a mano ayudado con un tronco, pero transcurrido el tiempo y luego de innumerables ensayos, se lograron inventar y perfeccionar excelentes máquinas.

No fue uno solo el artefacto que se inventó en Yucatán que ayudó a desarrollar grandes producciones, ya que conocemos al menos la existencia de cuatro que llevan el nombre de sus inventores: Solís, Villamor, Prieto o Thebaud.

Algunos escritores de la época sostienen que el primero en inventar esta máquina fue el señor José Esteban Solís Pasos, poco antes de la llamada Guerra de Castas, es decir, alrededor de 1846, y quien por cierto, a pesar de su gran aportación a nuestro estado, murió muy pobre y olvidado como hasta ahora, tal como suele suceder con muchos genios.

Se dice que a raíz de su invento, otros se basaron en su sistema y lo perfeccionaron aumentando con ello el volumen de la producción a tiempo que se disminuyó el proceso de raspado.

De este agave también se derivan otros inventos como el telar para costales de henequén inventado por los señores Ramón Ancona Bolio y Alvino Guillermo, mismo que fue presentado en la Exposición Agrícola e Industrial en junio de 1910.

En el presente ya no es común observar este tipo de costales, pero sin duda todos los yucatecos cuarentones en adelante tuvimos la fortuna de verlos.

En ese año, se registró una considerable baja en el precio de la fibra y precisamente, en ese momento, Ernesto W. Castro perfeccionó el procedimiento para la obtención de alcohol derivado del jugo de henequén, superando el resultado obtenido por el químico D´Herelle en la hacienda “Chochó” y sobrepasando todos los cálculos hechos anteriormente.

Se asegura que con el procedimiento de Castro la producción media era de 50 litros de alcohol por cada mil pencas de henequén que se desfibraban, y con ello se producía el mosto necesario para un barril.

Durante la bonanza del llamado oro verde, cada peón de esta región tenía que cortar entre mil 500 y 2 mil pencas, y una de las haciendas más grandes de Yucatán fue Yaxcopoil, que tuvo una superficie sembrada de 2 mil hectáreas de la planta.

Muchos recordarán que hace algunos años hubo una euforia por vender la piña de la mata, ya que gente del norte del país vino a comprarla, pero el problema es que había que sacrificarla, a diferencia del pasado que se obtenía el alcohol y de buena calidad del desperdicio.

Sería interesante que los productores de licor de henequén exploren esa olvidada virtud de la planta.

Mi correo es [email protected] y twitter @sergiogrosejan

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