Como si fuera ayer: Todo puede pasar y pasó

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Celia V. Franco C.
MÉRIDA, Yuc.- En medio de unos que lo idolatran y otros que no lo soportan, Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones y será el próximo Presidente de México de 2018 al 2024 y el efecto de su Morena se filtró a todas las capas sociales, así que al parecer también serán mayoría en el Congreso de la Unión (Cámaras de Diputados y de Senadores).

El discurso de AMLO surtió efecto y la mayoría de los ciudadanos le otorgaron su confianza, tanto así que le dieron las llaves para que pueda impulsar leyes y pasar decretos; es decir, que gobierne sin oposición. Ya veremos si sus propuestas de campaña eran viables o se quedarán en eso.

Lo que hay que reconocer es que en esta ocasión, a nivel federal no se cayó el sistema y los incidentes fueron menores, fue una elección donde la ciudadanía se hizo escuchar, pero lo más importante se respetó su decisión. Tanto así que el Presidente saliente, Enrique Peña, ya recibió al electo y los candidatos perdedores enseguida reconocieron su derrota para sumarse a la tranquilidad social.

Sin embargo, no en todos lados ha sido así. Por ejemplo, en nuestro chulo estado comenzó una guerra sin sentido de ataques personales contra la presidenta del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPAC) María de Lourdes Rosas Moya, involucrando a su familia y queriendo dejarla mal. Hay que recordar que siempre hay dos versiones.

El mero mero jefe de los priístas, el Gobernador saliente, Rolo Zapata, difundió un video en redes sociales donde se pronunció a favor del trabajo de las instituciones electorales y aseguró que respetará el resultado electoral.

Sin embargo, eso no bastó para que una gran cantidad de sus empleados, seguidores y “amigos” que buscan quedar bien con él y con el candidato Sahuí comenzaran a esparcir una serie de rumores y acusaciones contra Rosas Moya con la intención de sembrar la duda en el proceso de conteo.

Pero conforme llegó la noche, ambos priístas, Sahuí y Caballero, mandaron boletines en donde reconocieron que perdieron ante los panistas. No dieron la cara, pero por lo menos no abonaron más al descontento, llegaron al final como lo prometieron, con un discurso propositivo.

Pero, ¿qué pasó? ¿Por qué el PRI fue el gran perdedor? En primera, el efecto López Obrador-Morena; luego, el descontento general de la Presidencia actual, a eso súmele un listado de candidatos grises y, para rematar, seis años de un equipo estatal déspota, en donde la gran mayoría se sentía amo y señor, que incluso despreció a su gente.

Por supuesto también hay que tener en cuenta que Víctor Caballero no le dio muchos votos a Sahuí en Mérida y al final también eso pesó. Los pleitazos entre los mismos grupos cimbraron fuerte.

Hay que reconocer que los panistas hicieron todo lo que dice el manual: buenos candidatos, buenas propuestas, campaña interminable, dejaron a un lado sus pleitos internos y se unieron, señalaron los errores pero sobre todo se mantuvieron cercanos a la gente.

Supongo que muchos de los trabajadores de nivel medio ya andan pensando en cuál será su próxima chamba, porque los de arriba seguro saldrán con uno o varios negocios, además de buenos ahorros.

¡Se acabó la luna de miel! Recuerdo que cuando esto comenzaba, hace varios ayeres, un amigo me dijo: “es bueno recordar que nada es eterno y que la vida da muchas vueltas, es como una rueda de la fortuna, todo lo que sube tiene que bajar”.

Esperemos que a los que entran no se les suba, que se reacomoden los equipos y se haga la purga necesaria para evitar lo que tanto critican. Y que los salientes se reagrupen, entiendan lo que los hizo caer y puedan cambiar.

(Foto archivo Notimex)

 

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