Como si fuera ayer: dar para pedir

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Celia V. Franco C./De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- Que los camioneros quieren pedir un aumento a las tarifas. ¿Cómo lo ve? ¿Considera usted que el servicio que dan los choferes y las condiciones de los camiones lo merecen? La verdad es que yo no conozco a una sola persona que no se queje del servicio de transporte público que tenemos en la ciudad capital, aunque en el interior las cosas no soy muy diferentes.

Comencemos con que las unidades están no viejas. Lo que les sigue: se caen de viejas; los usuarios ya ni se asustan cuando comienza a salir humo y el chofer se baja con su botellita para enfriar el motor. En más de una ocasión han escuchado el “bájense, en un rato llega otro camión para que puedan continuar con su destino”.

En varias ocasiones he escuchado a un camionero decirle a otro que alguna de las llantas está ponchada pero que terminará su ruta para no perder el día, pues una vez que la unidad ingrese al encierro ya no saldrá.

Puedo asegurar que en todas las rutas los asientos se encuentran hechos un gran desastre, rotos, grafiteados, las ventanas oxidadas y sin luces interiores; hay algunos trayectos en donde subirse al camión resulta una experiencia de deporte extremo, de la que no sabrás cómo te bajarás.

Pasemos al servicio que los muy capacitados choferes dan a los usuarios (obvio fue sarcasmo, aunque hay que decir que no todos son iguales, yo no conozco ninguno diferente pero tengo fe en que hay), los estudiantes, personas de la tercera edad y con discapacidad que son sus víctimas continuas.

Y es que si ven a un chavo con uniforme no solo no se detienen, sino que además se cambian de carril; cuando ven a una persona de la tercera edad y están de buen humor las suben (cosa rara) y a quienes tienen discapacidad simplemente ni las ven, es como si no existieran.

No dan boletos, cosa extraña porque a los estudiantes les dicen que no pueden subir a más de determinado número por vuelta porque los dueños los vigilan y les cobran a ellos si suben de más, cosa que me parece ilógica ya que si no entregan boletos, ¿cómo contabilizan cuántos pasajeros y de qué categoría subieron en cada recorrido? Además, ¿no es mejor ganar 3 pesos a 0 pesos? Disculpen, pero no entiendo entonces la forma de pensar de los empresarios transportistas locales.

Pero esas no son las únicas monadas de los choferes. Tampoco respetan las rutas establecidas, las acortan y alargan según su “wa”; manejan a exceso de velocidad exponiendo a los usuarios y a los demás conductores a su alrededor; son groseros, utilizan el teléfono celular mientras tripulan y, por si fuera poco, si (según ellos) están adelantados se estacionan a desayunar o dormir mientras se ajustan.

Los inspectores son otro tema, siempre están de mal humor, si uno tiene suerte al hacer una queja fingirán que escuchan para después tirar el papel. Nunca saben los nombres de los choferes pero bien que estiran la mano cada vez que pega una unidad en el paradero.

Así puedo seguirme, pero este espacio está limitado a cierto número de palabras y hay que saber aprovecharlo. Es momento de que antes de pedir comiencen a dar. Les aseguro que si las cosas mejoran, la sociedad pagará sin quejarse el extra que piden.

 

 

 

 

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