Pedro Amador / De Peso
CHETUMAL, Q. Roo.- Carolina González Pablo, de 38 años, tuvo la mala fortuna de ver morir en sus brazos a su marido; desde el pasado sábado por la mañana Natanael Sánchez, de oficio campesino y de la misma edad, se puso mal a causa de la cirrosis que padecía.
Ella tuvo que vender unos animalitos de patio para traerlo desde la comunidad de Alvaro Obregón, en la Ribera del Río Hondo, hasta el Hospital General, con la finalidad de que recibiera su tratamiento; la acompañó su suegra Matilde Sánchez Rodríguez, de 61 años.
La damita contó a los guardianes del orden que una vez estabilizado, los médicos dieron de alta a su esposo a eso de las 4:00 de la madrugada de ayer, pero al no tener dónde quedarse decidieron ir a molestar a unos parientes en Calderitas para pedirles posada y regresar a su pueblo al día siguiente, por lo que abordaron el taxi Chevrolet Matiz número económico 10 y placas de circulación 95-19-TRS, piloteado por Gerardo López, de 27 años, y enfilaron hacia dicha comunidad.
Circulaban sobre la avenida De los Insurgentes, pero al llegar al cruce con José María Morelos, Natanael dijo con voz entrecortada que estaba mareado y tenía ganas de vomitar, por lo que el taxista se detuvo y como pudieron, Carolina bajó a su marido con la ayuda de doña Matilde.
Una vez abajo, aún en los brazos de su mujer, comenzó a convulsionar y cayó en paro cardíaco: la ‘Niña Blanca’ ya lo había tomado de la mano y se lo llevó al más allá.
Paramédicos de la Unidad de Respuesta a Emergencias Médicas se dejaron caer en el lugar, pero nada pudieron hacer por el don, quien falleció por insuficiencia cardíaca producto de la hidropesía -que es agua en el abdomen- y falla en los riñones.
Peritos del departamento de homicidios de la Fiscalía General de Estado llegaron al lugar para dar fe de que no murió a consecuencia de un hecho violento y tras revisar el cadáver lo entregaron a su familia, quienes tuvieron que hacer una ‘vaquita’ para el pago de la carroza y la sepultura.
