Vidas ejemplares: Un caníbal en su celda de cristal

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Robert Maudsley es un caso extraño de asesino. Ha asesinado a cuatro personas, aunque tres de sus homicidios ocurrieron después de que fue encerrado. La celda de “cristal” –estilo Hannibal Lecter, en “El Silencio
de los Inocentes”- permite vigilar durante 23 horas a Maudsley.

José Luis Durán King/De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- Ian Brady, el asesino de niños que ostentaba el dudoso honor de ser el preso más longevo en el sistema penitenciario británico, murió el pasado 15 de mayo en el Hospital Ashworth, en Melling, Reino Unido.

Brady y su amante, Myra Hindley, asesinaron a al menos cinco menores entre 1963 y 1968, a los que enterraron clandestinamente en los páramos de Saddleworth. La policía solo rescató cuatro cuerpos.

Los restos de Keith Bennett, de 12 años cuando desapareció, nunca fueron recuperados. En mayo de 1966, Brady y Myra fueron condenados a prisión de por vida, sentencias que las autoridades les cumplieron: ambos murieron en prisión.

Brady prácticamente enloqueció en el encierro, donde permaneció 51 años. Quien ahora detenta el título del preso más longevo en el sistema punitivo inglés es Robert Maudsley, de 64 años, quien lleva 44 de ellos en prisión.

Hijo de un padre violento, que golpeaba a sus hijos hasta por cinco turnos por día, Maudsley pasó un par de años en un orfanato donde las monjas lo consideraban el niño mejor portado.

Al regresar al hogar, las golpizas ocurrieron por varios años, y de acuerdo con exámenes ulteriores, también sufrió abusos sexuales por parte de su padre.

En su adolescencia, Maudsley llegó a Londres con unos padres adoptivos que poco pudieron hacer para curar las heridas mentales del menor.

Tras volverse adicto a algunas drogas, Maudsley tuvo que prostituirse para pagar sus nuevos hábitos. En 1974 fue contratado por un hombre, quien después de tener relaciones le mostró fotografías de niños sexualmente abusados por adultos. Maudsley montó en ira y mató a garrotazos al pederasta.

Robert Maudsley es un caso extraño de asesino. Ha asesinado a cuatro personas, aunque tres de sus homicidios ocurrieron después de que fue encerrado.

En 1977, en las instalaciones del Hospital Broadmoor para enfermos mentales, Maudsley y otro interno, David Cheeseman, tomaron como “rehén” a un violador de niños, lo condujeron a una celda, lo torturaron y finalmente lo asesinaron.

Las autoridades del Broadmoor solicitaron que Maudsley fuera transferido a un inmueble de máxima seguridad: la Prisión de Su Majestad en Wakefield. Desde entonces, Maudsley, suspira por regresar a su alma máter: el Hospital Broadmoor.

La mudanza resultó contraproducente. Una tarde de 1978, Maudsley invitó a su celda a Salney Darwood, condenado por asesinar a su esposa. El anfitrión aprovechó una distracción del viudo y lo atacó a garrotazos.

Una vez que la víctima estaba sin sentido, Maudsley lo apuñaló varias veces. Escondió el cadáver bajo la cama y salió en busca de otras presas.

No pudo atraer a alguien más a su celda, así que decidió caminar por los corredores, eligiendo al prisionero Bill Roberts como su siguiente víctima; lo apuñaló y cuando éste agonizaba, le estrelló la cabeza contra un muro.

Minutos después, Maudsley caminó hacia la oficina del director, colocó la punta ensangrentada sobre la mesa y le informó al uniformado que en unas cuantas horas había asesinado a dos de sus compañeros internos.

Las autoridades de la prisión decidieron dar a Maudsley trato de individuo altamente peligroso, por lo que ordenaron construir una celda especial en el sótano de la prisión para albergar al homicida.

La celda de “cristal” permite vigilar durante 23 horas a Maudsley. El interno solo tiene derecho a salir una hora de la “jaula” para ejercitarse. De los 44 años que el hombre lleva recluido, 39 los ha pasado en confinamiento solitario.

Y no hay visos de que la situación cambie, pese a que Robert Maudsley ha solicitado en varias ocasiones permiso para suicidarse. Correo: [email protected]; www.twitter.com/compalobo

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