Respiran un mar… ¡de basura!

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La carencia de un orden en la recolección de basura en el puerto y sus comisarías se refleja a la luz del día, sus calles y esquinas permanecen con bolsas de desechos y colchones. Esa imagen que es contrastante con la limpieza en el malecón principal donde incluso hay botes para residuos orgánicos e inorgánicos.

Rollo: Ana Hdz.; flashazos: Acostita/De Peso
PROGRESO, Yucatán.- La falta de orden en la recolección de la basura se ancla en el puerto de Progreso mientras el área del malecón internacional  y las dos calles siguientes, que son “la cara” que recibe a los turistas de los cruceros o los que visitan esa parte del puerto, se mantienen limpias. El panorama cambia en pleno centro del municipio a partir de la calle 25.

La basura es un negocio millonario. De acuerdo a la Ley de Ingresos de 2016, el municipio de Progreso que encabeza José Isabel “Chabelo” Cortés Góngora presupuestó obtener ingresos por 48 millones 800 mil pesos en el servicio de limpia, recolección, traslado y disposición final de los residuos; para este 2017 se esperaba un ingreso de 20 millones de pesos, lo cual significa que un menor número de habitantes paga el servicio. Y las quejas por deficiencias en la recolección son constantes.

Fernando Castillo Ortiz señaló que no existe un horario definido para que los recolectores pasen por la basura, algunos los dejan en las puertas de sus casas, otros en las esquinas, pero cuando los perros rompen las bolsas y dejan regados los desechos, liberan también los fétidos olores, porque no faltan los vivales que no pagan el servicio y al ver  la basura amontonada la dejan ahí o la van a tirar donde les plazca y a veces hasta con animales muertos.

En lo que una vez fue el relleno sanitario y en sus calles, decenas de personas realizan la pepena, aprovechando los envases de PET, aluminio y papel o cartón que encuentran para revenderlo y obtener un ingreso económico, pero esta práctica no se percibe ni siquiera en labor de pepena que todos los días se realiza en pleno basurero donde las camionetas bajan llenas o cuando menos a un 75% de su capacidad, luego de que cuando menos siete personas buscan los objetos de su interés.

En el malecón internacional hay no menos de 10 botes de basura, incluso cerca de la estatua a Juna Miguel Castro; hay botes “para separar la basura”, pero es una simulación, dijo una mujer que realiza la pepena, porque cuando lo recogen todo acaba en el mismo lugar. La única ventaja para quienes se dedican a esa actividad es que es más fácil identificar si hay botellas de plástico o latas que les puedan servir. “Es sólo para que los turistas crean que la basura se maneja bien”, alega la mujer, mientras se dirige al siguiente bote antes de que otro le gane.

En el sitio de disposición final, que se ubica a más de 10 kilómetros del puerto, la montaña de basura es humeante pues hay incendios en diferentes partes; supera ya los 20 metros de altura, en su parte más alta y al menos cinco hombres dan indicaciones a los camiones recolectores que llevan los desechos para indicarles hasta dónde pueden llegar y comenzar a descargar.

En la comisaría de Chelem, al entrar sobre la calle principal, hay restos de basura en ambos lados de la calles, material orgánico mezclado con vasos y platos desechables, botellas de refrescos y envases de cerveza.

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