Enigmas: Escuchan lamentos de “la mujer de la cueva”

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Jorge Moreno/Redacción De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- En el estado de Yucatán existe una gran cantidad de cenotes, cuevas y grutas de diversos tamaños, muchas de las cuales se ubican en terrenos o casas particulares principalmente de los municipios del interior del estado.

Esto viene a colación porque hoy, en “Policías y Fantasmas” les presentamos el relato del oficial Miguel López Pech, quien radica en el municipio de Tixkokob y afirma que tanto en su casa ubicada en esa población como en casa de sus suegros (Cacalchén) hay unas cuevas donde ocurren cosas extrañas:

“En mi casa de Tixkokob siempre han espantado, pero nos hemos acostumbrado a no tener miedo, ya que mi abuelo nos decía que esto se debía a que hay una cueva en
nuestro patio y ahí se consagraban aluxes y se hacían ceremonias y rituales por antiguos sacerdotes mayas, ya que antes nuestra casa y terreno formaba parte de una hacienda en donde acudían los hmen.

“A mí me tocó ver un pequeño ser como de medio metro de altura que estaba parado en la puerta de la cueva; esto fue hace como 15 años, cuando yo tenía unos 20 de edad.
Lo recuerdo bien porque aún no oscurecía del todo e incluso vi cómo brillaban sus ojos, cuando se lo dije a mi mamá ella no me creyó, me dijo que era un gato o un perro, pero era imposible porque la figura que vi estaba erguida, no en cuatro patas”, explicó.

Otra cueva

“Por si esto fuera poco, cuando me casé estuve viviendo un tiempo en casa de los papás de mi esposa en Cacalchén y ahí también había una cueva en donde afirmaban escuchar lamentos y gritos por las madrugadas. Yo como ya estaba acostumbrado no me dio miedo, pero sí pude comprobar que lo que decían era verdad, pues una noche escuché clarito una voz como de una mujer que provenía de ahí; lo escuchamos bien porque como dormíamos en un cuarto que está en el patio cerca de la cueva, enseguida vimos de dónde venía el ruido, pues no era de la calle ni de la casa.

“La explicación que dan mis suegros es que antes de comprar la casa ahí vivía una familia cuya hija menor -de 15 ó 16 años- padecía del corazón. Un día se fue a la cueva a buscar algo y ahí le dio un infarto que acabó con su vida; de hecho, la encontraron hasta el día siguiente cuando la empezaron a buscar por todos lados, pues al principio los papás creyeron que se había ido a dormir a casa de su abuela, como hacía de forma frecuente”, explicó.

“Todo esto no lo hemos podido corroborar porque pasó hace más de 40 años, de hecho medio en serio y medio en broma mis suegros dicen que de haberse enterado antes jamás hubieran comprado la casa, pues a ellos les dijeron los vecinos hasta un año después, cuando empezaron a escuchar con más frecuencia los lamentos; lo único que hicieron fue un pequeño rezo y ponen velas cada año en época de finados.

“Durante mi tiempo en la Policía me ha tocado ir a buscar personas extraviadas en el monte y cuando pasamos cerca de algunas cuevas o cenotes yo les tengo mucho respeto, pues así como pasó en mi casa y en la casa de mis suegros, pueden haber aluxes o almas en pena que no deben ser molestadas. Una vez, un compañero aventó una piedra a un cenote y le llamé la atención porque eso es muy malo, no se deben enturbiar sus aguas. El dijo que sólo eran creencias babosas y no sé si fue casualidad pero al día siguiente se enfermó de calentura”, finalizó.

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